Una vez que han prestado su dinero, los acreedores son odiosos, pues tienen la mala costumbre de exigir al deudor que pague, y encima le hacen el chantaje de que si no paga van a por él. Debido a ésto, la calle aplaude al que se planta ante los acreedores y, como hace Grecia, les exige una quita. El problema surge cuando, como en este caso, los prestamistas privados ya se han salido a tiempo y los acreedores principales somos los demás países socios de la UE, es decir, sus contribuyentes. Grecia le debe a España unos 30.000 millones de euros, así que es fácil calcular a cuánto salimos. ¿Deberíamos hacer en España un referéndum sobre la quita a Grecia?; y, en ese caso, ¿diríamos ne (si) u oxi? Mejor decir sí, pero sólo porque de otro modo podríamos perderlo todo. Para solidaridad, mejor darlo a Cooperación, un asunto sobre el que hay un silencio de estruendo en la dichosa calle.