Cristóbal Montoro me encabrona, no lo puedo evitar y mira que hago esfuerzos para entender sus bromas, sus negros chistes y esa sonrisa de pánfilo que se le cuelga de los labios cuando le toca hablar del déficit y la austeridad. En esta semana me encabronó especialmente cuando de forma bellaca puso como ejemplo lo hecho por Mariano Rajoy (MR) para evitar lo que está sucediendo en Grecia, con el pueblo griego pasándolas canutas. Como si en España estuviéramos para tirar cohetes, con un paro bestial de cerca del 27%, un paro juvenil que supera el 50% y tres de cada diez españoles sumergidos en la negrura del pozo de la miseria y el hambre; con los comedores sociales a tope y sin dar abasto a tanta necesidad, con la vergüenza de largas colas para pedir un mendrugo de pan y apertura de comedores infantiles para que este verano unos dos millones de niños tengan, al menos, una comida al día. Esta es la España real y no la que, cada día, se inventan, entre otras personas, la cada vez más histérica Soraya Sáenz de Santamaría.

Por eso y por muchas más cosas me encabrona este ministro que incluso tiene la osadía de alabar que fueron capaces de salvar algunos bancos, con sueldos millonarios de ejecutivos malolientes y pendencieros, capaces de engordar sus alforjas con la miseria de ancianos preferentes; un ministro que sigue sin darse cuenta de que ya no es lo mismo, que no goza de la insultante mayoría, como se puso de manifiesto en la Comisión de Política Fiscal y Financiera y en la que, con todo el morro del mundo, reclamó que Andalucía devuelva 260 millones de euros. Montoro, lo dicho, me encabrona, pero al parecer ya por poco tiempo.

Ocultar o difuminar los genes, no es nada fácil. Enmascarar pensamientos e ideas enraizadas hasta la médula termina por poner en evidencia a quienes recurren a esta práctica, desgraciadamente muy habitual entre algunos políticos de nuestro país. Estas personas que transitan por la vida pública con la mentira como su propia chepa o que, en un descuido de control de esos genes, afloran pensamientos que dejan bien claro cómo son tales personajes. Esta perorata viene a cuenta de Pablo Casado, destacado muñidor logopeda de la derecha española, que tiene la sonrisa colgada de su cara como su principal arma intelectual, y cuyos genes le hicieron una mala jugada (algún día habrá que publicar, con pelos y señales, su pensamiento sobre la memoria histórica) cuando nos brindó la mayor majadería, la mayor mentira y el más abyecto insulto al pueblo griego al afirmar, sin pudor y con datos del 2014, que la violencia extrema y los atracos se han instalado en la sociedad griega, como resultas del corralito. Nunca escuché argumentos tan estúpidos. Y cumpliendo su principal cometido, Pablo Casado, tal cual hace su jefe MR, asoció a Podemos con el riesgo de un corralito en España, recreándose en la imagen del viejo que hace cola delante de un cajero para sacar 60 euros. Casado terminará por hacer bueno a nuestro Floriano de todos los amores.

P.D. (1) La troika de Podemos, Pablo Iglesias, Errejón y Dancausa, han hecho de este partido el mejor ejemplo de ´casta´ que hay en este país con las primarias convocadas. La listas plancha y la circunscripción única no son más que respuesta al miedo a una militancia cada vez más crítica y desencantada por el ordeno y mando de la troika.

(2) De Torres Hurtado, eventual alcalde de Granada, se puede esperar cualquier cosa, como por ejemplo que insulte a la mujer de la que reclama que vaya con poca ropa porque así es más bella. El PP, sobre todo el andaluz, necesita hacer una limpieza a fondo de mentes retrógradas y alitongadas, en el supuesto de que exista este palabro, pero ustedes ya me entienden.

(3) Alberto Garzón, con la cabeza alta, con dignidad y haciendo honor a su ideología, rechazó la envenenada invitación de Pablo Iglesias para ir en las listas de Podemos. Todo lo contrario de Tania Sánchez, raquítica sorpresa de las prometidas por Iglesias. Además de Garzón, dieron calabazas a Iglesias, Joaquim Bosch y Beatriz Talegón.

(4) Nervios, muchos nervios; tensión, mucha tensión. De «títere» y «portamaletas» de los radicales de Podemos ha calificado MR a Pedro Sánchez. Pues eso, miedo, mucho miedo.