Ha estado bien que Francisco haya pedido perdón en Bolivia por los crímenes que en nombre de Dios se cometieron en la conquista de América, aunque podría haberlo hecho en las lenguas nativas, no en la que hoy hablan en toda América por efecto colateral de la conquista (otro efecto colateral sería que hoy pueda hablar a tan nutrida parroquia de fieles como dirigente máximo de la religión mayoritaria en esos pueblos). Lo único que conviene, para que el gesto no pueda ser tildado de oportunismo, es que cuando visite USA pida perdón en nombre del mismo Dios por la conquista y evangelización del Norte, en la que los conquistadores europeos también levantaban iglesias con la Cruz. Y no debería apartarle de ese conveniente gesto, sino todo lo contrario, el hecho de que en el Norte no quede apenas población indígena a la que hablar, casi liquidada en el genocidio de las naciones indias.