El cocinado de las listas es la tarea más importante de un partido, porque el poder, a la hora de la verdad, está en los fogones. El cocinero debe acertar en las materias primas, los ingredientes y aderezos, las salsas, el punto de cocción y la presentación, pendiente siempre del gusto del público, que come con el paladar pero también con la vista. Cuando Felipe González llegó al poder lo primero que hizo fue organizar la vieja cocina del PSOE, poniendo orden y jerarquía, lo que le llevó varios años (1977-1982, digamos). Desde el primer momento dejó claro quién mandaba en la cocina, haciendo del cocinero un líder carismático del que dependía que acudiera gente al establecimiento, pero en paralelo se ocupó de desmontar las asamblearias ollas locales, convirtiéndolas en franquicias. Esto que a Felipe González le había llevado un lustro ha querido hacerlo en dos días Pablo Iglesias.