Allí donde los campos de girasoles se confunden con el horizonte, a los pies de los alcores de Carmona, y bajo un calor tórrido que no entiende del día ni de la noche, Rafael Rodríguez Guerrero, un malagueño en Sevilla, uno de nuestros mejores periodistas, presidente a la sazón de la Asociación de la Prensa sevillana, acaba de dirigir, durante los días 6 a 8 del presente mes, el curso de verano Cómo ser periodista y no morir en el intento. ¿Qué salidas tienen los profesionales del periodismo?, en la sede que la Universidad Pablo de Olavide tiene en la localidad sevillana. Un título provocador y un reto para los profesionales de la comunicación que en él se han dado cita, junto a una treintena de estudiantes universitarios, preocupados por su destino.

La Casa de los Briones, un palacio de los siglos XVI-XVIII, con patio porticado en torno al cual se disponen las estancias que hoy albergan aulas, es la sede universitaria donde se ha desarrollado el particular encuentro entre algunos de los mejores periodistas del país y los más jóvenes que, inquietos por su futuro, han decidido pasar así estos días del estío, protegidos del sol que luce implacable en el exterior por el frescor que procuran los anchos muros de tapial de la casa palaciega.

Carmona, ciudad de antigua historia, de orígenes neolíticos, de poblamiento ibérico, asentamiento romano, lugar de paso de la Vía Augusta, capital de uno de los primeros reinos de Taifas, rendida a Fernando III el Santo, que recibió el titulo de ciudad de manos de Felipe IV, posee un conjunto urbano excepcional, testimonio alzado de su singular pasado, un patrimonio único, en el que sobresalen la Necrópolis romana, el Alcázar de la Puerta de Sevilla, la Iglesia de San Pedro, la Plaza de San Fernando, la Plaza de Abastos, o el Alcázar del Rey Don Pedro, hoy convertido en uno de los mejores paradores de España, desde cuyas terrazas se otea la gran llanura de la Vega del Corbonés en la comarca de la Campiña de Carmona.

Por el aula número uno de la Casa de los Briones han pasado Juan Cruz Ruiz (El País), Ramón González Férriz (Ahora), Nacho Cardero (elconfidencial.com), Ignacio Escolar García (eldiario.es), Carmen Rengel Ramos (Huffington Post), Joaquín Durán Ayo (RTVA), José Luis Pérez Gómez (COPE), Baldomero Toscano Prieto (Mediaset-Tele 5), Félix Madero Villarejo (AENA), y Maruja Torres Manzanera (eldiario.es, Mongolia, Jot Down), además de quien esto suscribe, para despertar la inquietud de los jóvenes periodistas, que han escuchado con atención las palabras de sus profesores, y han cuestionado con ímpetu la crudeza de la realidad laboral que hoy les afecta, bajo la batuta didáctica del director del curso, que enseñaba a sus veraniegos estudiantes el arte de la entrevista cada vez que se iniciaba el coloquio con sus prestigiosos invitados.

La trayectoria profesional de este veterano periodista malagueño, bien merecería ser contada como ejemplo para las nuevas generaciones. Curtido en mil batallas periodísticas desde 1970, durante la transición política desarrolló una intensa actividad informativa, y así hasta nuestros días en numerosos medios de comunicación, desempeñando también tareas directivas en los mismos (Radio Juventud de Málaga, Sol de España, El Periódico de Cataluña, Radio Cadena Española, Diario 16, Radio Nacional de España, Canal Sur Televisión, etc.). Este gran periodista fue, entre otras, la voz de la histórica manifestación del 4 de diciembre de 1977, acontecimiento que marcó no solo su inquietud periodística, sino también intelectual como autor de numerosos libros relacionados con la transición política, época que ha dejado una profunda huella en quienes vivimos aquellos años de nuestra juventud con la ilusión de cambiar nuestra sociedad. Y que ha alimentado en nosotros un singular espíritu crítico y reivindicativo a pesar de los años transcurridos.

Aquel periodismo de la transición, que contribuyó en primera línea a la transformación de nuestro país ya no existe lamentablemente, pero sí se mantiene viva entre los profesionales la esperanza de recuperar el mismo sendero de libertad y de pluralismo, ético y responsable, por el que transitó aquel periodismo.

Hoy tanto como ayer, el periodismo debe recuperar sus señas de identidad perdidas, y sobre todo debe procurar sin descanso la dignificación profesional de los periodistas, una asignatura pendiente del periodismo español, que no hace sino contribuir, más allá de toda falacia sobre la inevitabilidad de la situación de precariedad actual, a debilitar la democracia a costa de una de las profesiones que la democracia tiene precisamente para seguir manteniéndose en pie.

Maruja Torres, setenta y dos años de periodismo en las venas, puso cierre a un curso de verano necesario, que dejó sobre el tapete las controversias de una profesión imprescindible para la sociedad. Hecha de sí misma, y de una gran experiencia, viajera del mundo, perteneciente a una estirpe gloriosa de periodistas españoles que escasean, personalidad que inocula optimismo, desbordante, alegre, que lo ha sido todo en el periodismo, el mejor ejemplo para los jóvenes periodistas, para Maruja Torres, el secreto está en amar el periodismo, que es amar la vida. Si las empresas, las instituciones, los gobiernos, la sociedad, y los propios periodistas amaran el periodismo, y creyeran en él, no habría espacio para la lamentación. Para los que amamos el periodismo, a través del cual amamos la vida, porque es la vida lo que cuenta el periodismo, hoy más que nunca hay que salir en defensa del periodismo, antes de que acaben con él los que no creen en la democracia, ni en los ciudadanos, ni en la vida.

*Juan Antonio García Galindo es catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga