Quién no ha contado alguna vez el número de parejas sexuales que ha tenido a lo largo de su vida? Vale, vale; quienes siguen con la misma pareja desde los 16 años y no han sido infieles lo tienen fácil, pero a tenor de las cifras, son muchos los que cuentan con las dos manos y les faltan dedos. Los estudios de psicólogos, institutos de sexología y marcas de preservativos consideran, en base a las encuestas, que la media de una mujer europea es de diez parejas sexuales, aunque no sé si creérmelo porque elevan a 30 esta cifra en el caso de los hombres.

Y es que al parecer, las mujeres tendemos a rebajar la realidad y los hombres a aumentarla porque, por mucho que evolucionemos y nos modernicemos, se sigue identificando la promiscuidad como golferío en el caso de la mujer y como hombría en el caso de los varones.

En cualquier caso, a las europeas nos ganan por goleada las asiáticas que, según un estudio de la Sociedad Europea de Ginecología, declaran una media de 14,3 parejas; seguidas por las latinoamericanas, con 12 relaciones; y por las norteamericanas, con 11 parejas de cama a lo largo de su vida, lo que no sé si significa que las europeas somos más contenidas o que tendemos a olvidarnos de algún que otro escarceo de infausto recuerdo.

Según los psicólogos, cuando las mujeres intentamos cuantificar todos nuestros affaires, tendemos a tomarlo con calma recordando nombres y situaciones, mientras que los hombres responden habitualmente a la pregunta de con cuántas mujeres se han acostado dando una cifra aproximada, y no se paran a evocar a aquella chica con la que se liaron un verano en la playa o aquella otra con la que mantuvieron un tórrido encuentro en el asiento trasero del coche e incluso, en muchos casos, no se acuerdan ni del nombre.

A las mujeres esto no nos pasa porque, por lo visto, por muy cutre que sea el encuentro sexual, tendemos como bobas a darle una pátina de romanticismo y, cuando recapitulamos, nos acordamos de Pepito o de Juanito con aquella luna o aquella canción.

Eso sí, si nos avergüenza, podemos borrar totalmente de la memoria ese revolcón de diez minutos en el aseo de un bar con aquel impresentable al que ni habríamos mirado de no ser porque Pepito esa noche se lió con otra en nuestras narices. La cuestión es: ¿hay alguna cifra correcta? ¿Tener una única relación para toda la vida es una suerte o te van a tomar por pavisosa? ¿Hay que experimentar antes de hacerse monógamos? ¿Te van a mirar mal si te pasas de la media? Ni idea. Pero, por si las moscas, yo voy a hacer lo mismo que una de mis amigas que siempre responde lo mismo: «Menos que Madonna y más que Santa Teresa».