La presidenta alemana intenta consolar a una niña a la que asusta con sus declaraciones sobre la inmigración y se arma la mundial en las redes sociales. En Málaga, la antigua pensión La Mundial ha hecho tremolar el pacto firmado con Ciudadanos que permite y obliga al alcalde De la Torre gobernar durante todo el mandato. El PP municipal ha perdido su primera votación en el asunto del convenio urbanístico que derribaba el humilde edificio de La Mundial para levantar un tremebundo hotel de Moneo, con todos los partidos de oposición en contra, incluido el que le permite gobernar.

La niña y Merkel

Reem, la niña inconsolable a la que Merkel pretendía consolar a su distante manera, es una alumna palestina de una escuela de Rostock, en el norte de Alemania, donde se celebraba uno de los encuentros de Diálogo ciudadano a los que la presidenta acude a conocer las preocupaciones de distintos sectores de la sociedad. Mirando el vídeo de lo ocurrido tampoco yo creo que Merkel sea la mala más fría que un témpano, pero a mí sí se me cae el alma viendo llorar a la cría. Una niña a la que resulta fácil admirar oyéndola preguntar en alemán por su futuro y el de sus padres refugiados en Líbano, tras cuatro años escolarizada en el país y sin papeles. Si yo fuera la presidenta alemana no perdería de vista a Reem, su voluntad, motivación e inteligencia son tan notorias que provocan más admiración que lástima. Cualquier país la querría.

El llanto de Reem

Hay mucha demagogia a la hora de criticar las restricciones a la inmigración de los países ricos, lo sé, pero responder a una niña inmigrante en su colegio que contra el efecto llamada incluso algunos se tendrán que ir de aquí es tremendo, y provocó ante las cámaras el efecto indeseado por Merkel. Quizá la niña no fue consciente de verdad hasta ese momento del espejismo de igualdad que estaba viviendo en ese colegio alemán. Quizá Merkel tampoco comprendió de verdad hasta ese momento lo que significa ser inmigrante ilegal. Quizá Reem se esfuerza cada día por encima de la media soñando con que cada aprobado la hace más alemana, con que cada sobresaliente sus padres se acercan un poco más. Quizá también con cada frustración profunda, con cada injusticia lacerante que arranca a un niño de provecho de su inocencia, crece antes de tiempo un adulto indeseable, quizá. Dios salve al mundo civilizado que aún se conmueve por el llanto de Reem.

Frankestein urbano

No siempre la mejor solución es la aparentemente mejor vista fríamente. En el asunto del derribo de ese vestigio de la arquitectura burguesa del XIX en Málaga, la llamada pensión La Mundial en la degradada zona de la plaza de Arriola, el alcalde ha respondido tras perder la votación para seguir adelante con la promotora Braser -que ha incumplido los pagos-, que el convenio con la misma aligeraba de cargas al ayuntamiento, ayudaba a reordenar los aledaños, traía a la ciudad un edificio de un arquitecto renombrado y aportaba un hotel más de calidad a una Málaga que apuesta fuerte por un turismo cultural. Todo absolutamente razonable. Pero el Frankenstein resultante en la zona, con el subidón del techo de la misma que supondría -o supondrá- el gigantesco rectángulo de Moneo, y la pérdida de la huella urbana con la desubicación del edificio que cierra la esquina de La Mundial, que se construyó como palacete de los condes de Benahavís, quizá no necesite tanto pragmatismo oportunista u oportuno.

Pleitesía al inversor

Cuando una ciudad se acostumbra a ver una zona arquitectónicamente degradada tantos años, como la zona en la que está La Mundial y otras del centro urbano, pierde la prisa por verla remozada y no se ilusiona simplemente con que la razón por la que se le meta mano sea el golpe de talonario de promotora, que no sólo en este caso incumple pagos y plazos ante la comprensión de la Administración que firmó el convenio. De pleitesía al respecto hablaba en estas páginas el arquitecto Luis Ruiz Padrón, cuyos preciosos dibujos de La Mundial y otros edificios malagueños merece la pena disfrutar. Si los malagueños aún soportan la decadencia intolerable de los Baños del Carmen año tras año, que si no estuvieran frente al mar sólo serían un semiderribo más y no un paisaje de romántica decadencia habanera. El urbanismo necesita amor, no sólo sexo de pago.

Virgen marinera

Y el ciudadano necesita más respeto y menos populismo interesado de sus gobernantes, sean Merkel o Rajoy, Susana Díaz o Artur Mas, o los que vengan. Azora escucharles decir justo antes de las elecciones que por fin van a bajar los impuestos, rebajar sustancialmente el paro, resarcir a los funcionarios, reformar la Ley Electoral, crear un nuevo estado sin la rémora económica de las comunidades autónomas llenas de vagos subsidiados que no lo dejaban crecer. Incluso gritar Viva la Virgen del Carmen… Porque hoy es Sábado.