Afirma Montaigne, «El ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu es, a mi entender, la discusión. Su práctica me parece más grata que la de cualquier otra acción de nuestra vida€El estudio de los libros es un movimiento lánguido y débil que no enardece; la discusión, en cambio, enseña y ejercita a la vez» [Michel de Montaigne, Los Ensayos (según la edición de 1595 de Marie de Gournay), Libro III, Capítulo VIII, El arte de la discusión, Acantilado, Barcelona, 2007, pags. 1377 y 1378].

Montaigne hace una defensa de la discusión racional como una actividad propia y beneficiosa para el desarrollo de la inteligencia, el conocimiento de la verdad y la consecución de fines humanos, eso sí, si se practica con interlocutores y condiciones idóneas. Y, lo que nos pasa, es que necesitamos esa defensa de la discusión porque el mundo político de hoy se encuentra, a su vez, en una Gran Discusión sobre sus principios, sobre su pasado, su presente y su futuro. Lo que sabemos, y desde luego, los libros y los diagnósticos nos ayudarán pero es evidente, que estamos en un momento en que sólo ese «arte de la discusión» de la que nos habla Montaigne podrá contribuir a que alcancemos las soluciones políticas que Europa, Grecia o España, precisan.

Vivimos en la época de la Gran Discusión: el mundo no es lo que era pero el futuro tampoco. Frente a un mundo en Gran Discusión opongamos, pues, el «arte de la discusión» o «la gran conversación» como una forma necesaria de afrontar los disensos, los conflictos y buscar, aunque sea difícilmente, las soluciones políticas más adecuadas para todos en un contexto muy distinto e incierto al que hemos conocido.

La sociedad española, Europa, Grecia vive en una gran discusión sobre su presente y su futuro, sobre la política que hay que hacer y construir y harán falta unas dosis muy amplias de prudencia y discusión racional para impulsar el proyecto europeo y la innovación democrática y el cambio político mientras asistimos a los primeros pasos de la gobernabilidad municipal y autonómica surgida de los pactos y ahora hablamos de confluencias de una izquierda más amplia. Temas nuevos, o algunos no tanto, pero que surgen de nuevo, pero que implican una política en movimiento o sometida a esa Gran Discusión y que, a su vez, necesita de ese «arte de la discusión», más que nunca -o mejor dicho, como siempre- para buscar las soluciones colectivas que necesitamos.

*Ángel Valencia es catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga