La segunda mentira económica más difundida establece que fuerzas emergentes como Syriza o Podemos amenazan la tradición gerencial ortodoxa de Rodrigo Rato o Bárcenas. La primera mentira enuncia que existe una economía desligada de la política. Verbigracia, Alexis Tsipras se ha opuesto hasta el último minuto a la subida del IVA turístico exigido por Bruselas, y que los hoteleros quieren reducir en España. Por tanto, los creadores del sol y de la playa se alinean con los radicales griegos, de acuerdo con el razonamiento que establece que si Marine Le Pen se felicita por un referéndum heleno contra la oligarquía, el Frente Nacional equivale a Podemos. Curiosa exhibición silogística. Si Hitler era vegetariano y Hitler diseñó el holocausto, entonces los vegetarianos...

En el tratado de esclavitud recién aprobado, Bruselas impone a Atenas «la ampliación de la base imponible del IVA para aumentar los ingresos». Varufakis se ha apresurado a traducir este concepto como «propinar un golpe mayúsculo a la única industria griega creciente, el turismo». Esta opinión coincide de nuevo milimétricamente con el análisis de los hoteleros. El ultraliberalismo y la revolución caminan de la mano, con la misma afabilidad que ha llevado a los empresarios turísticos a desarrollar un imperio en la Cuba de Fidel Castro. El entendimiento entre la patronal veraniega y Syriza debería allanar una convergencia estratégica con Podemos.

Alguien puede pensar que se ha rastreado la única excepción a una hostilidad meridiana entre Syriza y las clases pudientes. No es así. La humillación de Merkel a Grecia conlleva «la adopción de reformas del mercado productivo más ambiciosas» y vinculadas en concreto a la «propiedad de las farmacias». En román paladino, la liberalización farmacéutica inexistente también en España, porque los sucesivos gobiernos se desentienden de la doctrina de la Unión Europea. Otra vez, los farmacéuticos españoles que no encabezan la lista de sectores maltratados deberán optar entre votar a los conservadores centroeuropeos que quieren cerrar sus boticas, o a los desharrapados de Podemos que defienden la particularidad de su negocio. Ah, la economía.