De los creadores de «la legalidad nos asiste» nos llega ahora el mantra «tiene un recorrido jurídico corto». Veamos. Si hace una década hubiésemos sabido de alguien que tuviese la ocurrencia de promover -por ejemplo- un hotel de diez plantas de altura en el ámbito de un PEPRI que en ese punto limitaba las alturas a cinco, y que para ello sería preciso demoler una edificación catalogada con un nivel de protección arquitectónica II, y eliminar toda referencia al trazado urbano en un centro histórico declarado como BIC, sólo la diplomacia nos disuadiría de llamarle loco; y en lugar de eso, le habríamos advertido de que su invento iba a tener una trayectoria jurídica corta. Pero el tiempo transcurrido nos ha enseñado que las trayectorias jurídicas del Señor son inescrutables, y que al final todos los caminos llevaban a Roma; y que el disparate tiene visos de convertirse en realidad. El lector habrá adivinado que hablo del hotel promovido por Braser en Hoyo de Esparteros, al que aún le queda algún escollo por salvar, en forma de una moción a la que la promotora augura con desdén «un nulo recorrido jurídico»: ya se verá. Pero por más que se quiera convertir la cuestión en un debate falso y malicioso entre lo rancio y lo moderno, en realidad se trata de escoger entre civilización y especulación. Las siguientes palabras son de David Chipperfield, un arquitecto del Star system nada sospechoso del conservacionismo: «En España no hay voluntad de proteger el paisaje o las construcciones históricas (...) faltan medidas para proteger la naturaleza y los edificios, ya no digo los indiscutibles, sino los que tienen una calidad mediana (...) hay edificios realmente bellos y al año siguiente ya no están. No es arquitectura de alto nivel, pero si los derribas uno a uno, te quedas sin tu pasado».

*Luis Ruiz Padrón es arquitecto