Los partidarios de la vía griega frente al sistema, ¿apoyan ahora a Tsipras o a quienes le incendian la calle en Atenas?. Debería aclararse, por pura transparencia. La conversión de Tsipras en agente ejecutivo de la «troika», o, para ser precisos, de su parte más dura (pues el FMI desde que es acreedor minoritario ya defiende la evidente necesidad de una quita) no ha sido fruto de una mutación de la conciencia, sino del peso ominoso de la realidad, pero así suele ser. A fin de cuentas la conversión de Saulo, de quien todos venimos, fue debida a una violenta caída del caballo, con el morrazo consiguiente en la testa y el subsiguiente delirio. En cuanto a Agustín de Hipona, el trauma fue amoroso, un golpe aún más fiero. Tsipras podría ser el nuevo santo del discurso único de la economía, pero lo que urge saber es qué piensan ahora los que aquí eran sus devotos cuando iba descarriado.