Este está siendo un verano dificil para el baloncesto español. Burgos parece que no se va a inscribir en LEB después de que por tercer año consecutivo no pueda ascender a la ACB. Orense todavía sueña con ese ascenso. De hecho, todavía no fichó a ningún jugador esperando la respuesta definitiva que, según dicen, llegará el 31 de julio. Tiene mala pinta, pero la esperanza es lo último que se pierde. Esto implica que no habrá descensos por lo que Fuenlabrada y Gipuzkoa Basket mantendrán su plaza ACB. Fuenlabrada, por ejemplo, acaba de fichar a Jonathan Tabu, jugador de caché ACB.

Esta semana la gente del baloncesto en Sevilla se concentró frente a la sede de La Caixa, propietario del Baloncesto Sevilla. La entidad bancaria no cree en el proyecto y quiere quitarse el club de encima. Ya lo intentó la temporada pasada vendiendo parte del club por un euro a un grupo inversor americano. Los americanos salieron corriendo sin poner el millón de euros pactado y dejando un pufo importante. La entidad financiera, en vez de quitarse ese problema que era el club, tuvo que asumir lo tapando agujeros a base de pagar facturas y liberar más dinero del que tenían previsto para acabar la temporada. Así aumentó el deseo de no continuar al frente del club. Sevilla y el baloncesto sevillano merecen tener un equipo en la ACB y entiendo que finalmente todo se arreglará porque si no Juan Espadas, alcalde de la ciudad, no hubiese salido a la palestra haciendo declaraciones dando por hecho que el equipo y el club seguirán adelante.

Muchos clubes tienen problemas económicos. Retrasos en los pagos, instituciones que en épocas de crisis no pueden (ni deben) arrimar el hombro en el deporte profesional, dificultades para encontrar patrocinadores. Y esto a pesar de que los presupuestos y los sueldos de entrenadores y jugadores son cada vez más bajos.

Resulta curioso que, a pesar de esta precariedad, la LEB no sea un mercado de jugadores para equipos ACB. Esto propicia que algunos jugadores de esta segunda categoría emigren a otros países en los que los sueldos son más altos. Sólo R. Madrid y Barcelona, respaldados por ser secciones de clubes fútbol; Unicaja, con una importantísima entidad financiera detrás, y Valencia, gracias al emporio Mercadona, son los clubes con un potencial económico alto y saneado. Después hay otros clubes que son capaces de competir con un proyecto inteligente y humilde, sin gastar más de lo que tienen y trabajando con seriedad, valentía e imaginación. A partir de ahí, problemas y más problemas.

La Liga ACB se está convirtiendo en una competición en la que nadie puede discutir el título a Madrid y Barça por la diferencia presupuestaria, las licencias para la Euroliga ya están entregadas de antemano dando igual el puesto que consigas al final de la competición, y como no hay ascensos desde la LEB, no hay descensos. Y encima los dirigentes de la competición no venden el producto. Pero, ¿por qué no venden su producto? Porque la Copa del Rey sí tiene mercado e interés. ¿Será que no saben o que no pueden?

Miedo me da el día que la Euroleague decida cerrar su Liga y hacer que los equipos que participan en ella sólo jueguen en esa competición. Esa es una idea que no es muy descabellada, que todos hemos oído alguna vez y que cada día está más cerca que se pueda hacer realidad. Una liga europea con los mejores clubes del continente en la que se jueguen dos partidos en semana y organizada por conferencias como en la NBA o haciendo que los equipos jueguen varios partidos fuera de casa para facilitar los viajes. Esta es una idea que va a llegar más pronto que tarde.

¿Os imagináis la ACB sin Madrid, Barcelona, Valencia, Unicaja y Baskonia? Es con estos equipos dentro y ya tiene poco interés. Sin estos clubes me da que sería el fin de la ACB. Aunque esto podría implicar el nacimiento de una nueva competición doméstica con clubes saneados económicamente y más igualdad. Quizás esto puede despertar el interés del público y animar a patrocinadores.

Todo esto es hablar por hablar. Lo que nadie me negará es que el futuro de nuestro baloncesto es, cuando menos, incierto.