Samuel -le dije- no me creo que no sepas cómo funciona esto. Te explico: es fácil, si quieres que algo valga mucho, no dejes que haya mucho, impón la escasez.

Por ejemplo, ¿sabes por qué son tan caros los locales que hay junto a las entradas de los metros, en cualquier ciudad del mundo? Pues porque hay pocas, y hay mucha gente que pasa por allí, y eso tiene un valor.

Eso es una escasez provocada por la distribución de las estaciones de metro, sin embargo para crear escasez artificialmente solo debes tener una administración que ponga muchas normas difíciles de cumplir. Para redondear el asunto. Luego, una vez puestas dichas normas, simplemente decides arbitrariamente quién las cumple. Es fácil. Tienes lo que yo llamo una escasez controlada. Allí donde podría haber competencia, creas pequeños monopolios.

-¿Y para qué queremos pequeños monopolios?

- Samuel, parece mentira que tu nombre signifique nombre de Dios, me enamora tu inocencia. Si eres el gran hacedor de la escasez controlada, puedes conseguir que quien quiera participar en el juego te comparta beneficios.

- ¡Ah! y con eso ¿podemos darle de comer al hamster?

- Sí, sí que podemos darle de comer al hamster y que la rueda siga rodando.

- ¿Y crees que alguien puede parar esa rueda?

- Sólo hay tres cosas que hacer con la rueda: Meterse en ella, salirse de la jaula o intentar que haya más gente que vea la rueda y el hamster al darse cuenta de que lo están todos mirando se pare. Pero hay que mirar al hamster no a la rueda, si la miras te hipnotiza y te absorbe.