El Parlamento se gastará 140.000 euros en las dietas por alojamiento y manutención de sus 109 diputados durante el mes de agosto. En vacaciones cobrarán su sueldo, hasta ahí normal. Pero se nos antoja poco ético, más bien bochornoso, cobrar dietas en el mes de vacaciones, cuando la manutención y el alojamiento lo tendrán, como todo hijo de vecino, en sus casas.

No es de extrañar. Así ha venido siendo hasta ahora con los partidos mayoritarios, a esos que se les acusaba de casta, y lo seguirá siendo con los partidos emergentes, esos que venían a acabar con la casta e imponer la ética y pensar en los ciudadanos antes que en los partidos. Puede que lo hagan, pero siempre y cuando no les afecte a sus bolsillos. Algunos incluso pensarán que Andalucía «va bien», tan bien que hasta cobran dietas por no trabajar. Sí, cualquier ciudadano en el lugar de sus señorías pensaría lo mismo. Pero no, los ciudadanos no tienen esa opción. Es una muestra más de la nueva forma de hacer política de los partidos emergentes, rápidamente contagiada en lo que les favorece por las viejas prácticas de aquellos a los que criticaban. Ya están en el mismo barco, caminan de la mano.

Las viejas prácticas gustan a los nuevos. No sólo en el Parlamento andaluz. La Diputación Provincial de Málaga, recientemente constituida, rápidamente ha alcanzado el acuerdo de subir la asignación a los partidos políticos de 367.000 a 624.000 euros anuales. La explicación es absurdamente lógica: si ahora están más para repartir con la llegada de Ciudadanos y Podemos, pues se dota de más dinero. Los nuevos también tienen derecho a su botín. Es curioso que para los temas que engordan las cuentas de los partidos el consenso sea inmediato y para lo que verdaderamente importa a los ciudadanos, las discusiones sean eternas.

El Ayuntamiento de Málaga no se queda atrás, los actores son los mismos. Mientras PP, PSOE, IU, C´s y Podemos teatralizan sobre la limpieza de la ciudad, el polo digital o el futuro Hotel de Moneo, negocian sin tantos aspavientos incrementar un 27% la asignación municipal para los partidos con representación en la Casona, que en 2015 fue de 311.935 euros.

Como no podía ser de otra manera, los viejos y los nuevos de viejas prácticas también han consensuado contratar «amigos» con dinero público de ambas instituciones locales. Esos que se denominan asesores de los grupos políticos y que centran su actividad en trabajar para el partido de turno. Se les paga con dinero público pero no trabajan para los ciudadanos, los verdaderos «paganinis».

Aún no se ha entendido el mensaje dado en las urnas, o quizás se quiera interpretar a caprichoso beneficio. Los ciudadanos exigían acuerdos, entendimiento y consenso, pero con más altura de miras.