La globalización, definida como un proceso económico entre todos los países en el que los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala mundial, cobró mayor intensidad en la segunda mitad del siglo pasado, y para saber a qué países y clases sociales favorece o perjudica, hay que manejar gran cantidad de datos estadísticos obtenidos por organismos competentes así como las interrelaciones consideradas por expertos en la materia, tanto en términos de ingresos o renta como de patrimonio o riqueza ; ésta última es generalmente mucho mayor por la acumulación sucesiva de ingresos, incluso por generaciones. Hay también varias formas de medir estas desigualdades: entre clases sociales a nivel mundial o dentro de un país, y entre países.

Un cierto grado de desigualdad es fundamental para estimular el progreso y recompensar a las personas con talento y esfuerzo y que asumen riesgos económicos, pero la grandes desigualdades son perjudiciales pues provocan la desigualdad de oportunidades para los hijos de adultos con grandes ingresos, por su más fácil acceso a una educación de mayor calidad y las relaciones familiares, reduciendo así la meritocracia y la movilidad social, y aumentando la brecha entre ricos y pobres y llegan a un punto en que a éstos les falta hasta lo más necesario para poder vivir. La concentración de riqueza se puede apropiar incluso de las instituciones políticas, pues como dijo en el siglo pasado Louis Brandeis, Juez del Tribunal Supremo de EEUU, «se puede tener democracia o concentrar mucha riqueza en pocas manos, pero no las dos cosas a la vez»; ya había dicho también Anacarsis, uno de los 7 Sabios de Grecia en el siglo VII a.C. que «muchas veces la ley es una red que atrapa las moscas y deja pasar los pájaros.» Y ahora el ritmo de la globalización económica ha superado al de la globalización política; en muchos países la mayoría de los habitantes-en España el 80%-consideran que las leyes favorecen a los ricos, según una encuesta realizada por Oxfam Intermón en el año 2013. La crisis del sector financiero mundial de 2008 ha secuestrado economías enteras de países ante la amenaza de que el sector era demasiado grande para dejarlo caer por lo que había que desviar cientos de miles de millones hacia él, prácticamente sin retorno; es lo que llama Simon Johnson, Economista Principal del Fondo Monetario Mundial, «un golpe de estado silencioso». Como dijeron Henry Ford, el fundador de esta gran empresa automovilística, «si la gente entendiera lo que hace el sistema monetario y bancario habría una revolución mañana por la mañana»; y Sir Robert Skidelsky, Profesor de Economía Política de la Universidad de Warwick, «los pobres han hecho lo de siempre; hundirse en las deudas en que los Bancos estaban dispuestos a dejar que se hundieran aún más», y Warren Buffet, uno de los mayores ricos del mundo, «la lucha de clases sigue existiendo, pero de momento la mía sigue ganando.» La austeridad de la crisis ha hecho más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Según Joseph Stiglitz, Profesor de la Universidad de Columbia y Nobel de Economía 2001, «un mercado totalmente libre no produce eficientes resultados sociales; no hay que ser un fundamentalista del libre mercado». Como ha constatado la ONU en un informe del año 2012 sobre 141 países, «las grandes desigualdades ralentizan el crecimiento económico, generan graves problemas y conflictos sociales, crisis económicas, inestabilidad política, revoluciones y guerras» ; y el Foro Económico Mundial, compuesto por 1.592 miembros de la élite del mundo, consideró en el año 2014 que las crecientes desigualdades son el 2º mayor riesgo mundial, pues como dijo Maynard Keynes, uno de los economistas más importantes del siglo pasado, «el mayor problema de la humanidad es combinar la eficiencia económica, la justicia social y la libertad individual».

En cuanto a la desigualdad en renta entre las clases sociales de cada país, en el periodo 1990-2008 según la ONU, del total de los 141 países estudiados, la desigualdad aumentó en el 58% de ellos - 7 personas de cada 10 del mundo-se redujo en el 33% y se mantuvo en el 9%. Y tanto en los países de renta alta como baja, se está produciendo una pérdida de renta de la clase media, cuando ésta es crucial para su fortalecimiento y estabilidad. España es el 2º país con mayor desigualdad de Europa, un 12% más que la media europea, y el 1% de la población con mayores ingresos tiene el 9% de la renta nacional; y Andalucía es la 2ª Comunidad con mayor desigualdad, un 5% más que la media española. Y en cuanto a la desigualdad en renta a nivel mundial entre clases sociales, en el año 2011 el 1% de personas-70 millones-con mayores ingresos tenían el mismo ingreso que el 60% de la población total, 4.200 millones de personas. Thomas Piketty y Emmanuel Saez, Profesores de Economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de Berkeley, han calculado que desde el año 2009 el 95% de la recuperación de la renta ha sido para dicho 1% de personas con más ingresos de la población mundial. Y todo ello, según la ONU, cuando el 49% de la población -2.800 millones de personas, el 70% mujeres-subsiste con menos de 2 dólares al día para todo: comida, ropa y casa. Como dijo también Keynes, «la libertad más necesaria es la permite a todas las personas vivir sin miseria ; el afán de ganancia tiene límites éticos.»

Respecto a la desigualdad en riqueza entre países, el Banco Mundial, con oficinas en 109 países, ha calculado con datos del año 2012, formando 3 grupos entre 174 países según el patrimonio medio por habitante, que los 40 primeros más ricos (América del Norte, Unión Europea y parte de Asia-Pacífico, con 1.000 millones de habitantes) tienen un patrimonio medio per cápita 198 veces mayor que los 40 últimos (Africa e India con otros 1.000 millones de habitantes) y 18 veces más que los 94 países intermedios (China, América Latina y resto de Europa, con los restantes 5.000 millones de habitantes). Y los 5 países más ricos tienen un patrimonio per cápita 1.770 veces mayor que los 5 países más pobres. Y en Europa la fortuna conjunta de las 10 personas más ricas superan las ayudas concedidas a los países de la Zona Euro .Y respecto a la desigualdad en riqueza a nivel mundial entre clases sociales, según la ONU en el año 2011 el 1% más rico de la población tiene el mismo patrimonio que el 99% de la población restante. Según Credit Suisse, con oficinas en 50 países, la riqueza de la mitad más pobre de la población es menor que la de las 85 personas más ricas del mundo, lo que no tiene parangón en la historia, y hay 1.426 personas con más de 1.000 millones cada una. Y según el Banco de América, con datos de 71 países con el 98% de la renta mundial, el patrimonio de los muy ricos, definidos como los que tienen más de 1 millón de dólares netos (descontando su vivienda habitual, yates, helicópteros, etc.) ha crecido en esta crisis 19 veces más que la renta media de la población mundial, aparte de los 18 billones de dólares que ocultan en 73 paraísos fiscales-donde está un tercio de la renta mundial-más que el presupuesto de EEUU, el país más rico del mundo. Como dijo también Skidelsky, «para los muy ricos nunca demasiado dinero es suficiente», y Kofi Annan, Secretario General de la ONU en el año 2000, «nunca en la economía se ha concedido un espacio tan grande para la codicia, cuando por el contrario se dijo que la prioridad de la globalización era erradicar la pobreza».

¿Cómo se ha podido llegar a estos extremos? Como dice Skidelsky, «el actual crecimiento económico está solo al servicio del crecimiento económico, y éste por sí solo no garantiza la erradicación de la pobreza» : la no autocorrección de los mercados, la desregulación financiera de monopolios y oligopolios y la bajada de los tipos marginales máximos para las grandes fortunas desde hace muchos años que forman el núcleo duro de las grandes empresas multinacionales que con la amenaza del paro por la deslocalización industrial bajan los salarios de los trabajadores pagando salarios de miseria en los países pobres-30 céntimos al día en jornadas de 10 horas y en condiciones inhumanas de trabajo-y sin el más mínimo respeto al medio ambiente de dichos países y pagando mínimos impuestos corrompiendo a sus gobernantes-que equivalen a menos de la mitad de las ayudas internacionales de los gobiernos-y por otra parte consiguen barreras arancelarias para los productos agrarios de dichos países, cuando según UNICEF, del 10% de los 2.200 millones de niños menores de 15 años,120 millones no tienen escuela y 100 millones son «niños de la calle». Como dijo Nelson Mandela, Nobel 1993, «no hay mayor revelación del alma de una sociedad que la forma que tiene de tratar a los niños».

Y respecto a la desigualdad en riqueza entre las clases sociales de un país, España es también el 2º con mayor desigualdad en riqueza de Europa, un 12% más que la media europea, y el 1% más rico tiene una fortuna equivalente a la del 75% más pobre; los 20 más ricos tienen la misma riqueza que el 20% de la población y 100 familias forman el núcleo duro de la economía del país con el 16% de la renta nacional.

Expertos muy cualificados en la materia han llegado a las siguientes conclusiones: el citado Joseph Stiglitz, «la globalización tiene un gran potencial siempre que se maneje de forma adecuada, no como hasta ahora. Tendrá que cambiar y cambiará:o por una trágica crisis o por un buen acuerdo» ; Francois Bourguignon, Vicepresidente del Banco Mundial, «una distribución más equitativa de la renta estimularía el consumo y la productividad, y contribuiría a sustentar el crecimiento» ; Antonio Garrigues, presidente de una importante asesoría de empresas multinacionales, «la desigualdad es una bomba de efecto retardado:en un mundo en el que la desigualdad no para de crecer, no solo es un problema moral, es también un problema de pura sostenibilidad económica» ; Janet Allen, Presidenta de la Reserva Federal de EEUU, «la tendencia actual del aumento de la desigualdad de ingresos producirá mayores efectos negativos en la economía»; Christine Lagarde, Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional, «la concentración de la renta en las clases sociales más ricas terminará por destruir la economía» ; y el Papa Francisco ha resumido que «la globalización actual ha implantado el beneficio económico a cualquier coste, sin tener en cuenta a las personas ; es la idolatría del dinero sin límite para las desigualdades sociales y contra la sostenibilidad medioambiental - la globalización de la indiferencia - y si no cambia, los resultados serán más y mayores crisis como la que estamos viviendo».