El enésimo desencuentro entre la Real Federación Española de Balonmano y la Liga Asobal quedó patente el pasado viernes con la resolución adoptada por el Consejo Superior de Deportes en base a la cual dejaba sin efecto la decisión de la Asamblea General de la Liga y la Comisión Delegada, por la que se excluían de la máxima competición estatal a los equipos gallegos de Pontevedra y Cangas del Morrazo.

Argumentaba el ente asociativo que ambos conjuntos habían incumplido los requisitos administrativos y económicos establecidos estatutaria y reglamentariamente y que dicha situación afectaba a posibles derechos de terceros. Sin entrar en el fondo de la cuestión, pues desconozco los puntos del convenio suscrito hace meses entre ambas entidades, cuesta entender que un asunto tan delicado y de tanta trascendencia pueda tener un mínimo resquicio interpretativo. Es decir, que Asobal entienda que tiene poder para excluir a un equipo si incumple sus normas y la Española interprete todo lo contrario. En cualquier caso, lo que no puede ocurrir jamás y menos ahora que la situación remonta, que la Federación consolida y crece en proyectos y Asobal encuentra apoyos en empresas de comunicación y patrocinio privado, es que la competición balonmanística por excelencia en España sea el saco de los golpes de ambas instituciones. Esta situación, que insisto no es nueva, no se resuelve a base de bravuconadas resoluciones cogidas con papel de fumar, cuando en otras ocasiones se dieron plazos y más plazos a según que protagonistas. Tampoco se resuelven los conflictos acudiendo a la falda del CSD permanentemente como dos críos que riñen, pues la estampa considero no beneficia al balonmano ni sus gestores. La solución pasa por el diálogo permanente, por la lealtad institucional y no por mantener esa guerra fría del ninguneo y las malas formas cada vez que se presenta una ocasión. Ya está bien de meter el dedito en el ojo ajeno. A quienes nos gusta este deporte, nos apasiona y trabajamos desde el último escalón, nos jode, nos achicharra y nos fastidia sobremanera que se manejen estas situaciones a golpe de resoluciones, comunicados y documentos, y no con diálogo. Los clubes se han plantado y parece bloquearán el inicio de la competición. Al final, con el daño ya hecho, tendremos una Liga de 18. Al tiempo.

¿Qué pensarán las aficiones de los equipos teóricamente descendidos, los que aspiraban a ocupar sus plazas, los que de refilón esperaban el desliz de alguno de éstos para que los turnos corrieran y su suerte fuese la de jugar en la Liga Asobal? ¿Qué pensarán los patrocinadores privados de todos estos equipos, ilusionados o hastiados según qué casos, las instituciones públicas que están detrás€? ¿Qué se les pasará por la cabeza? ¡Qué imagen! No me gustaría estar en el pellejo de esos directivos que se encuentran a caballo entre jugar en el cielo o en el infierno. Presupuestos, campañas de abonados, cantera€ ¿Alguien ha pensado en el daño? Un poco de reflexión, por favor.

Entretanto, los clubes malagueños que nos representarán a escala nacional continúan su trabajo silencioso propio del verano para cubrir las exigencias de la temporada 2015/2016. Necesita un serio empujón de aficionados el Meridiano Antequera, que salvada la papeleta económica con la renovación de los principales patrocinadores, parece no recibir respuesta en forma de abonados. Por el Argüelles pasa la salvación del equipo y del referente masculino de Málaga y provincia, de ahí que ahora más que nunca los del Torcal deben verse arropados. De igual manera preparan sus proyectos el Clínicas Rincón en la máxima categoría femenina, Fuengirola y Olivos un escalón por debajo y un montón de clubes y escuelas modestas que mantienen la ilusión por bandera.

La Diputación de Málaga volverá a implicarse de lleno en los proyectos federativos, con las competiciones benjamines y las selecciones provinciales como ejes principales, mientras muchos ayuntamientos apostarán por las escuelas de balonmano, en un crecimiento lento pero firme del cual recogeremos frutos a medio plazo.