En nuestra excesivamente iconoclasta época, los grandes personajes históricos corren el riesgo de ser mal interpretados por gente de lo más vulgar. Para hacer una biografía fiable yo diría que el biógrafo debería parecerse algo, al menos, al biografiado. De lo cual se deduce que biografiar a una persona mucho más inteligente que nosotros es casi imposible hacerlo bien, a no ser que el biógrafo sea también alguien excepcionalmente inteligente, cosa que pasa raras veces. En última instancia, son los lectores buenos, para lo cual también es preciso ser más inteligente de lo normal, quienes deben percatarse de lo que afirmo. Como ven, estamos en un círculo vicioso: de inteligente a inteligente, la comunicación es posible, pero de inteligente a necio es imposible.