De los nórdicos sureños... esos hombres de mundo que dan de comer a España, por Javier Barcelona

Para algunos catalanes, como el que ésta suscribe, nos resulta tan cargante como inquietante la miriada de convecinos barretinados que llegan de Andalucía diciendo que lo han pasado de vicio... pero, eso si, puntualizando siempre que allí se vive de otra forma; que son lentos y gandules, y todos viven de las ayudas... Claro, claro... Y uno piensa... Por eso el pescaíto frito que te has zampado ha llegado sólo hasta tu oronda barriga... No ha salido ningún pescador de madrugada, nadie lo ha llevado al restaurante, ha llegado crudo al plato sin un cocinero que te lo preparase, ni un camarero que te lo sirviese... Las calles hasta el hotel están limpias porque allí no hacen falta los basureros, y las camas del hotel se hacían solas automáticamente. La gente por la noche no trabaja en los bares; los pillas de fiesta tras la barra y tu te unes a ellos hasta las tantas, para que disfruten de ti. No hay panaderos para que desayunes a gusto, ni policías que velen por tu seguridad... Todo lo contrario que en la Cataluña profunda...en esos pueblos donde todo es vertiginoso. Donde entras en una panadería y tras el «deu vos guard» se desata una dinámica diabólica que te invade en la vorágine irresistible del carácter emprendedor de nuestro pueblo...