Milán, invierno de 1992. Sopla un viento más frío de lo habitual. La exuberancia de los años ochenta ha desembocado en la recesión. Leonardo Notte (Stefano Accorsi) lo sabe muy bien. Es un cínico ejecutivo de Publitalia, la empresa que Silvio Berlusconi creó para los anuncios de su red de televisión. En una escena del nuevo thriller de Sky Italia que sigue la estela de Gomorra, Notte convence a un cliente para costear publicitariamente un espectáculo en el que las adolescentes bailan con minishorts y muestran sus braguitas: el sello distintivo que copará en los años siguientes la televisión privada italiana. El jefe de Notte es Marcello Dell´Utri (Fabrizio Contri), la esfinge siciliana, socio y hombre de confianza del Cavaliere, que más tarde terminaría en la cárcel acusado de pertenecer a la mafia.

Con Acorssi al frente, el equipo creativo de 1992, la serie de diez episodios de Sky Italia, ha movido las tuercas y los pernos de la vida real para ofrecer una visión de los hechos madrugadores de Tangentopoli, el monumental escándalo de sobornos que sacudió a la clase política italiana. Por ellos desfila la investigación que puso patas arriba el país, con personajes de ficción como el joven policía Luca Pastore (Domenico Diele), que maquina su venganza personal contra Michele Mainaghi (Tommaso Ragno), pez gordo perseguido por el poder judicial de Milán y uno de los empresarios que pagan sobornos a políticos corruptos. El jefe de Luca es, a su vez, el fiscal Antonio Di Pietro (Antonio Gerardi), que guarda un parecido asombroso con su personaje. El elenco lo completan la estupenda Tea Falco en el papel de «Bibi» Mainaghi, hija del magnate, la oveja negra que experimenta un cambio radical al hacerse cargo de los negocios de la familia; Miriam Leone como Veronica Castello, la escort aspirante a velina, y Guido Caprino, que encarna a Pietro Bosco, el excombatiente de la guerra del Golfo que acaba de diputado leghista. La trama abarca desde el estallido del escándalo hasta la primera acusación lanzada sobre el primer ministro socialista Bettino Craxi.

El 17 de febrero de 1992 detienen a Mario Chiesa, director del asilo para ancianos Pio Albergo Trivulzio de Milán y líder del PSI, sorprendido en flagrante delito, mientras se embolsaba un soborno de 7 millones de liras, unos 3.600 euros. El dinero se lo acababa de entregar Luca Magni, que actúa en colaboración con Di Pietro. Era el importe del primer plazo de una comisión por haber conseguido que su empresa de limpieza tuviera acceso a unas concesiones públicas valoradas en 140 millones. El episodio de Chiesa dio inicio a una serie de investigaciones contra miembros de la economía, la política y las instituciones de todo el país. Salió a la luz un sistema de financiación ilegal basado en la corrupción y el soborno de los partidos en las instancias más altas. En el proceso se vieron implicados diputados, senadores, ex primeros ministros, ministros y hombres de negocios que intercambiaron favores por dinero y votos.

Un pool de magistrados milaneses llevó a cabo la investigación bajo el nombre de Mani Pulite (Manos Limpias). Las indaga­ciones se extendieron por todo el país y llevaron al arresto de varios miembros prominentes de la comunidad política y empresarial y a un gran movimiento de indignación pública. El proceso condujo también a una revolución en la escena política italiana y se convirtió en una de las causas de la desaparición de algunos partidos. A la vez, trajo el nacimiento de la II República. Con ella, a Berlusconi, y a un partido de ultraderecha secesionista, la Lega Nord, que sigue predicando la supremacía de unos italianos sobre los otros y persiguiendo inmigrantes.

En 1992, fueron además asesinados los jueces Falcone y Borsellino. La buena recreación televisiva de Sky reinterpreta los acontecimientos bajo el signo de la metáfora pero no supera la dimensión trágica de aquellos hechos. Resultaría imposible.