No es que en verano no haya noticias, más bien estamos menos atentos; media España de vacaciones y la otra media pensando en tomarlas hace que tengamos la cabeza en otras ´cosas´. Los temas de conversación quedan reducidos a la ola de calor y al ingreso en el hospital, privado, de la Pantoja. Quizás tenía claro que en un público no iba a tener un trato preferencial, ni estrenar colchón ni mobiliario en una habitación individual, etc. Para eso tenía que haber sido, en vez de tonadillera, presidenta de la Junta de Andalucía, y, en vez de sufrir una patología renal, haber dado a luz, pero ya es tarde tanto para lo uno como para lo otro.

No porque desconectemos dejan de producirse tropelías. Eso sí, ensordecidas para la mayoría, aunque suenen a estruendo en los oídos de quien las padece. Como Antonio Miguel Carmona, quien no controló que caer bien y no ser profesional de la política no debía gustar a los suyos, no a los que votan, sino a los que mandan. Olvidó que no ser mediocre podía ser visto como un peligro. Había que cargárselo y se podía hacer, tan estatutaria como autoritariamente, pero se podía y se hizo. Para eso están los veranos.

Como también están para que el ministro del Interior se reúna en su despacho con Rodrigo Rato. Debió ser una reunión oficial, ya que no se vieron en una cafetería o en una gasolinera como el ex ministro Blanco. En verano todo cuela, hasta que vigilante y vigilado se vean oficialmente y la conversación quede entre ellos. Pura transparencia en las formas, pero no en el fondo. Un error, como el que cometió el ex ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo yendo de cacería con el entonces juez Garzón, por aquellas fechas responsable del sumario de la Gürtel. Fernández Bermejo apenas tardó 20 días en dimitir como ministro. Lo propio debería hacer el actual ministro del Interior.

Pero no todo se ensordece en verano, si la tropelía se comete en una zona de gran afluencia turística la repercusión puede superar incluso la desfachatez, que no es poco. Nerja y Marbella son ejemplo de ello. Todos los visitantes del Balcón de Europa están siendo testigos de cómo la alcaldesa acaba de colocar (entiéndase por dar trabajo en el Ayuntamiento) a su marido como auxiliar administrativo. Esto es llegar y besar al santo, pero al santo dinero; tiene cuatro años por delante y ´para casa aunque sean piedras´, como decía un viejo amigo que vivió la postguerra.

Para colofón Marbella. En pleno auge estival el recién llegado alcalde se empeña en rememorar la peor época de la ciudad. Por torpeza prepotencia o ineptitud, a cual peor. Tiempo está costando limpiar el nombre de Marbella y desvincularlo de la corrupción para que en apenas dos meses anuncie a bombo y platillo que quiere cargarse al jefe de la Policía que nombró la Comisión Gestora representada por varios partidos y traerse como mando policial a un delincuente, que según definición de la R.A.E. es el que delinque, y con una condena del Tribunal Supremo por cohecho en el Caso Malaya, ha delinquido. Nunca sería buen momento para tal despropósito pero anunciarlo en pleno verano, con Marbella repleta de turismo, es como utilizar un altavoz para anunciar que ´la zorra vigilará el gallinero´.