Ídolos de oro

Para resaltar el valor y poder de sus ídolos, sus creyentes los fabricaban con oro macizo; y todavía hay una secta que cada año regala a su preferido su peso en oro. Ese boato alcazaba también a sus servidores; y que de más de cien cardenales, «príncipes de la Iglesia», sólo dos, uno de ellos Cañizares, se atrevan a lucir su capa (aun reducida hace poco a la mitad, a «sólo» seis metros) muestra una cierta decadencia del sistema. Lo mismo se diga de la monarquía, hoy que los reyes, en vez de seguir buscando prestigio con espectaculares derroches, disimulan sus gastos, como hacen en España, camuflándonos en distintos ministerios.

Esta decadencia de esas instituciones está siendo compensada por el rápido y astronómico aumento del valor de los nuevos ídolos, revestidos de oro líquido, convertible: futbolistas. Si los ídolos anteriores se justificaban pretendiendo haber creado lo mejor para el pueblo, los últimos lo hacen por distraerle a patadas de sus problemas. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que los anteriores exigían (y exigen aún) sacrificios humanos y guerras; pero estos nuevos ídolos apenas provocan algunas muertes de extremistas, aunque sigan enfrentando estúpidamente regiones y naciones del mundo.

Juan José Fuente HidalgoMijas