En la llegada de John Kerry a La Habana para izar la bandera en la Embajada norteamericana, y cuando muchos auguran que podría ser un primer paso para un cambio paulatino en Cuba, Fidel Castro ha publicado un artículo exigiendo a USA una indemnización multimillonaria por el bloqueo. Bien mirado el hecho explicaría lo sucedido desde aquel 1 de enero de 1959, cuando los revolucionarios entraron en La Habana, pues en el centro del centro del castrismo, tantas veces a punto de iniciar su evolución hacia otra cosa, habría una irreductible convicción personal -la de Castro- en la razón de unas ideas, y una infinita terquedad en mantenerlas contra viento y marea, hasta hacer de la Isla un territorio indemne al tiempo, una isla de realidad ajena al mundo, que no se explicaría con la razón dialéctica, ni con el materialismo histórico marxista, sino que pertenecería ya al reino de la metafísica.