Estamos contemplando cómo muchos e importantes ayuntamientos están siendo gestionados en la sombra, cada día más diáfana, por colectivos populistas de carácter antisistema.

Estamos contemplando cómo los ayuntamientos se están convirtiendo en «protectorados», teledirigidos de forma colonialista interesada por los auténticos poseedores del «poder fáctico», los colectivos populistas.

Estamos contemplando la aparición de un «nuevo neocolonialismo» como práctica geopolítica encargada de «manejar» el mercantilismo, el clientelismo, el mundo empresarial y cultural hacia derroteros de intereses minoritarios excluyentes.

Estamos contemplando cómo esos populistas disfrazados destruyen sin reconstruir; desprecian los valores de los que ellos se han aprovechado; condenan todo lo que no se les parezca.

Lo más grave es contemplar cómo, Podemos, estratégicamente, teledirige un populismo anacrónico en el que lo más importante es conseguir sin esfuerzo lo que la mayoría de españoles ha conseguido con sangre, sudor y lágrimas.

España, con todo tipo de errores, ha sido gobernada por personas, en su mayoría, implicadas socialmente con el pasado, el presente y sobre todo con el futuro de todos. Hoy ya no es así.

Somos marionetas juguetonas en manos de mucha incultura que se dice progre.

Somos el país de la «picaresca medieval», en el que triunfan los que viven a costa de los demás, ridiculizando al vecino trabajador, despreciando al contrincante político.

Estamos contemplando la desaparición de los derechos personales y comunales entregando todo ello a los nuevos conquistadores colonialistas de la sociedad.