No hay título o premio que se le resista a Messi con la camiseta del Barcelona. El resultado de la elección de mejor jugador en Europa de la pasada temporada constató una vez más que el argentino no tiene rival cuando lleva el uniforme azulgrana. Arrasó en la votación -49 de los 54 votos-, dejando reducidos a la mínima expresión como quien dice a los otros dos finalistas, su compañero de equipo Luis Suárez, que recibió tres menciones, y Cristiano Ronaldo, receptor de las dos restantes. El resultado debió resultarle difícil de digerir al luso, superado hasta por el uruguayo.

Había pocas dudas previas sobre quién sería el jugador que se llevaría el galardón, después de la temporada que hizo el Barcelona, ganador de Liga, Copa y Liga de Campeones, y Messi, en particular, que desde que se hizo con las riendas del equipo allá en enero no hizo mas que encadenar actuaciones prodigiosas, hasta llevar la nave azulgrana a buen puerto después de que estuviese a punto de zozobrar. El premio lo refuerza como mejor jugador del momento, autor de regates prodigiosos, jugadas inolvidables, goles a tutiplén, y muchos de ellos asombrosos, por su precisión y estética. Y así una temporada tras otra, que es lo que hace grande de verdad a un futbolista, su permanencia en la elite durante un periodo prolongado. Hace tiempo que Messi está ya entre los indiscutibles de la historia, como Pelé, Di Stefano, Cruyff y Maradona, un escalón por encima de Cristiano Ronaldo, más atleta que el argentino pero menos futbolista, aunque a veces el portugués se salta el escalafón porque estamos hablando de otro monstruo del fútbol, que asimismo devora récord tras récord animado por una ambición sin límites.

Messi es de esos futbolistas dotados con una capacidad futbolística tan descomunal que son capaces de resolver por sí mismos cualquier desafío que afronte su equipo por difícil que sea. Igual le da que sea el Madrid, el Manchester United, el Bayern o cualquier otro equipo del momento. Como el argentino esté con ganas es capaz de hacer añicos a cualquier rival.

Suficientes pruebas hay de ello. Por las mismas un Messi desmotivado se convierte no sólo en un jugador del montón sino hasta muy dañino, porque no tiene problema en dejarse ir en el campo y mostrarse díscolo en el vestuario. Luis Enrique sabe mucho de ello. El asturiano trató a todos por igual a su llegada al Barcelona, hasta que Messi le dijo de alguna forma que él no era como los demás, que no podía estar sometido a las rotaciones. Hubo un pacto y Messi cumplió su parte brindando exhibición tras exhibición hasta guiar al Barcelona a una temporada triunfal.

Pero Messi está lejos de ser perfecto. Para ello tendría que triunfar también con la selección y de momento está muy lejos de ello. Argentina aún no ha ganado un título con Messi y ya van varias oportunidades. El rosarino tiene la coartada de que ni Di Stefano ni Cruyff triunfaron con sus selecciones y no por ello dejan de ser grandiosos, pero al mismo tiempo Pelé y Maradona se colocan un paso por delante por acumular en su palmarés títulos mundiales. La Copa del Mundo sí que te hace inmortal y Messi no sólo no se ha hecho con ella sino que siquiera ha deslumbrado en sus fases finales. Hasta la Copa América, en donde la competencia es menor, se le ha atragantado.