"¡Niña, que me lo quitan de las manos!" El Rastro de Martiricos ya no es lo que era. Al menos, de eso se quejan quienes lo frecuentan. Los puestos tuvieron que trasladarse de forma forzosa al Real del Cortijo de Torres en octubre de 2011. Una mudanza consensuada con los comerciantes, según dijo entonces el Ayuntamiento, ya que iban a disponer de instalaciones más cualificadas. Todo reglado y sin la sospechosa presencia de quienes se ponían junto al paredón del río para vender mercancía de dudosa procedencia. Además, el espacio de la explanada, jalonada de eucaliptos que apenas si sirven para dar sombra y donde casi todos nos hemos puesto al volante por primera vez para aprender a conducir, se había quedado pequeño, lo que unido al futuro urbanístico del entorno, inspiraba este tránsito hacia la nueva parcela. Se fueron a la Feria, pero año y medio después el mercadillo regresó a Martiricos. Los lunes. Puestos de fruta fundamentalmente. También algunos de textil. Comerciantes que hasta entonces se ponían en la barriada de la Luz. Precios competitivos. Todo barato. De un tiempo a esta parte en Martiricos hay otro rastrillo con auténticas gangas. Precios de saldo al que acuden clientes internacionales y representantes carroñeros que saben dónde pescar en aguas revueltas y a los que se les presta un servicio fino, fino. El Málaga CF es lo más parecido a un tenderete de toldos blanquiazules -que nadie diga que a pesar de todo no sienten los colores- en el que Vicente Casado y Mario Husillos, cual tenderos, se encargan de pregonar la mercancía: "¡Niña, que me lo quitan de las manos!" Y no solo tiran los precios, sino que envuelven a los futbolistas con un precioso papel de regalo, aunque actuando como en ese paredón del río, a escondidas. Samu, Juanmi, Castillejo... Y por último Darder... La base de la cantera y de la plantilla que el año pasado sorprendió a propios y extraños luchando por una plaza UEFA hasta la última jornada, ya no es malaguista. Y eso que el equipo no iba a ser desmantelado. Pero que el sentimiento nunca muera...

Por supuesto que no, ya que está por encima de presidentes cataríes, hijos medianos y tuiteros de presidentes cataríes, directores generales a los que les crece la nariz o directores deportivos prestidigitadores, al que piden un portero y son capaces de fichar a un vigilante para los tornos de Preferencia de La Rosaleda... Y defender la gestión ante un entrenador que ya da muestras de perder la paciencia pero, en ningún caso, de perder las formas. Un señor, Javier Gracia. Y la deuda interminable, que vendan lo que vendan no se reduce. Y un fair play financiero que solo parece limitar a este club. Y mientras tanto, una afición perpleja pero siempre superior a sus dirigentes, que a pesar de los pesares se mantiene fiel y que se merece mucho más que el conformismo en el que permanece instalada la entidad. Bueno, bonito y barato en Martiricos, donde además trasciende una imagen de necesidad absoluta, de estar tiesos, y donde todos los clubes compradores huelen a carne fresca y de saldo.