Que en la Bolonia del siglo XVI. La academia de arte de la familia Carracci, la de los encaminados -los Incamminati- a nuevos y emocionantes horizontes artísticos. No solo influyó en gran parte de la pintura europea de siglos posteriores, especialmente la del XVII y el XVIII. Descubrieron aquellos fecundos académicos y artistas que podían ampliar los límites de la perspectiva, la arquitectura, la anatomía y otros géneros aparentemente menores. Sobre todo a través de la intuición y la visión iconoclasta de maestros como Annibale Carracci. Ya consagrado por ser el pintor de la bóveda de la galería del palacio Farnesio en Roma: El cortejo de Baco a Ariane.

A través de sus «ritratti carichi» Annibale Carracci fue el creador de la caricatura moderna. Un no siempre satírico retrato psicológico, con sugerentes raíces en ilustres y antiguas culturas. Con una inmensa vitalidad en la actualidad, sobre todo por volar la caricatura política con alas prestadas por el humor y la inteligencia creativa. Sin ataduras ni concesiones al control de los poderosos. En Marbella, mi pueblo, tenemos a uno de sus grandes virtuosos: el maestro Agustín Casado. Un malagueño portentoso, nacido en la plaza de la Merced. En el mismo edificio donde llegó al mundo Pablo Ruiz Picasso, para gloria de este planeta portentoso en el que vivimos.

Los Carracci, Annibale, Agostino y Ludovico, se hubieran reconocido en Agustín. Sobre todo en la galería de las caricaturas dedicadas a los alcaldes y alcaldesas de Marbella, desde los años de la posguerra hasta el día de hoy. Como los conozco a todos ellos y ellas, puedo dar fe de que esos retratos milagrosos merecen estar presentes en cualquier antología dedicada a las grandes caricaturas españolas. Con un claro valor añadido. No podemos olvidar que don Francisco de Goya, el más grande de los precursores de las vanguardias pictóricas de la modernidad, le aseguraba a su buen amigo Martín Zapater que el dibujar su propia caricatura le era mucho más difícil que un autorretrato al óleo.

Pronto podremos contemplar en Marbella el casi centenar de caricaturas que don Agustín Casado nos ha legado. Son un tesoro para la ciudad a la que llegó este gran artista, hace no pocos y siempre fecundos años. Como lo son también para su Málaga natal. Y para toda España. ¡Dios se lo pague a usted, don Agustín!