Gracias al espacio dedicado al cine español en La 2, los jóvenes tiene ocasión de ver el pedazo de historia que tiene detrás nuestro cine, y los mayores ocasión de poder valorarla con otros ojos. Viendo «Furtivos» de José Luis Borau, no sólo fulge la maestría de este maestro y su coguionista Gutiérrez Aragón, sino que, puesto el filme en relación con el registro del cine actual, se aprecia lo que ha perdido en voluntad de contar verdades marginales o fronterizas (las fronteras dan cuenta de la verdad de la vida) sin el pixelado impuesto por los tabúes morales, el buen gusto y la censura de lo políticamente correcto, modos todos ellos de embellecer las cosas (violencia incluida), y por tanto de adulterarlas y embotarnos los sentidos. La cocina moralista y pacata nos aleja del sabor de la carne cruda, y cuando éste nos llega vemos hasta qué punto la domesticación se ha adueñado del gusto.