Pasamos por el círculo imaginario equidistante a los polos de este período septembrino y llegamos al ecuador del mes detrás de una Victoria reencontrada y un Rocío proclamado. Confieso el ánimo nostálgico generado por este tiempo de vuelta a todo: el retorno al colegio, al instituto; el regreso de la actividad socio política; la venida de otro curso vital; la llegada de la rutina y la reaparición del recuerdo de quienes se marcharon dejándonos huérfanos de sus palabras ensortijadas de sonrisas.

Septiembre, además de una época de reingreso se restaura, al mismo tiempo, en un ciclo de rememoración. «Yo sé que existo/ porque tú me imaginas», versaba el evocado poeta Ángel González. Esta mensualidad posee mucho de imaginación, pero tomemos tierra.

La realidad es otra. Los tres proyectos destinados a enriquecer la red hospitalaria pública de la provincia de Málaga aglomeran un significativo retardo. Su conclusión es prioritaria para contender el progresivo incremento de las listas de espera, tanto diagnósticas como quirúrgicas, contingencia transformada en grandes demoras para realizar una operación, una consulta con facultativos especialistas o efectuar una prueba.

Si para el Consistorio de la ciudad una de las asignaturas a recuperar es la limpieza de la urbe; la disciplina, entre otras, a convalecer por la Junta de Andalucía es la sanidad: la ampliación del Hospital Costa del Sol lleva un lustro paralizada; el comarcal de Ronda después de una interrupción la cual raya el trienio aún le queda un lapsus para su apertura y el Centro Hospitalario de Alta Resolución de Especialidades (Chare) del Guadalhorce, tras una dilación de ocho años, continúa lacrado a pesar de estar dotado y finalizado.

Parafraseando a W. Faulkner concluyo: una de las facultades del humano es la de poder ignorar lo que la conciencia se niega a asimilar. Abran las puertas a la salud.