Que esta selección, formada por muchos de los jugadores de la mejor generación del baloncesto español de la historia, haya llegado a la final de hoy del Eurobásket 2015, no es casualidad.

El título mundial de Japón del 2006, los Europeos de Polonia y Lituania de 2009 y 2011 respectivamente o las dos medallas de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín y Londres, con las fantásticas e inolvidables finales frente a Estados Unidos son fruto,en primer lugar, del talento a rebosar que tiene este grupo de deportistas, pero también son gracias a una cualidad que poseen: son «grandes» dentro y fuera de la pista. Funcionan todos a una, como un verdadero equipo. Y lo mas importante de todo, tienen un carácter competitivo y ganador que les hace crecer en los momentos más complicados.

Otra cosa a destacar es que estamos ante un grupo que transmite, que llega con suma facilidad a los aficionados. No sólo conquista con su defensa o con sus acciones de calidad, atrapa con sus gestos, con sus reacciones en los momentos difíciles y con su garra y su carácter ante las peores situaciones. Es un conjunto del que la gente siempre espera algo, incluso en las situaciones en las que parece que nada sale y todo está perdido.

Todos los aficionados al deporte de la canasta estaremos eternamente agradecidos por los muchos momentos extraordinarios y emotivos que nos han regalado. Cómo olvidar la final ante la selección griega en el país nipón, con Pau Gasol con las muletas en el banquillo, el Europeo de Lituania después de un comienzo tan dubitativo, o las memorables finales olímpicas ante los todopoderosos americanos.

Este equipo es muy grande por todo lo que ha conseguido, pero también lo es por la manera que ha tenido de levantarse de los momentos y las situaciones difíciles y peliagudas, como la derrota en la final del Eurobásket de España frente a Rusia o la más reciente y dolorosa eliminación ante Francia en los cuartos de final del Mundial del pasado año disputado también en casa.

En cada decepción, el equipo ha resurgido cual Ave Fénix, con mas fuerza, ofreciéndonos exhibiciones y noches inolvidables, como la del pasado jueves en la semifinal frente a la anfitriona Francia y ante 27.000 gargantas que enmudecieron con el recital de los nuestros. Ese partido resume perfectamente lo que es este conjunto, un grupo con enorme calidad y talento pero que por encima de todo desprende a raudales la famosa «triple c» del baloncesto; coraje, corazón y coj... Y donde el sentimiento colectivo, es decir de equipo, prevalece siempre por encima de las individualidades.

Además de lo anterior, tenemos la enorme fortuna de que el líder de esta selección haya sido todos estos años Pau Gasol, el mejor jugador de la historia del baloncesto español. Se acaban los calificativos para expresar lo que significa y lo que está haciendo para el baloncesto español el mayor de los Gasol. Pau es una estrella en todos los sentidos. Como todos los grandes, trata, asume e interpreta cada cosa con una sencillez, una humildad y una naturalidad que lo hacen tan cercano y por ello tan querido. Siempre lo hace, pero especialmente en este torneo se está erigiendo en líder absoluto.

Hoy espera Lituania, una selección que se ha colado sin hacer ruido, pero a la que habrá, y eso estoy seguro que lo va a hacer España, que respetar al máximo. Un país que vive el baloncesto como lo hace el lituano y que siempre es altamente competitivo, seguro que pone muchas dificultades a Gasol y compañía. Más si cabe, teniendo en cuenta cómo han conseguido desactivar en sus dos últimas eliminatorias a escuadras con tanta calidad y talento ofensivo como Italia o Serbia. Un conjunto muy ordenado, con una defensa muy física y que te pone en muchos problemas y con jugadores con gran calidad como Kalnietis, Maciulis o Valanciunas y donde la mejor noticia, al menos para los aficionados al Unicaja, es ver la importancia que ha cobrado Kuzminskas a medida que ha ido avanzando la competición.

Un partido duro, aunque confío en que la selección haga lo de siempre, poner todo en la pista, sin mirar al rival y dar rienda suelta a todo su talento. Y para cuando se necesite algo más, tenemos la enorme suerte de contar con Sergio Scariolo, que seguro habrá preparado soluciones tácticas para superar los problemas que plantee el seleccionador lituano y para permitir que los nuestros desplieguen toda su calidad. Estamos ante una nueva oportunidad para conseguir un oro que agrande más la historia de este E-Q-U-I-P-O.