Es natural que el nacionalismo catalán, que como todo nacionalismo responde al final a los intereses de su burguesía (incluida la pequeña burguesía de las clases medias), haya levantado bandera frente a la redistribución territorial de la riqueza en España («España nos roba»). Lo chocante es que gran parte de la izquierda catalana agarre el palo. La brecha de riqueza entre los países de Europa es profunda, razón por la que existen los fondos de cohesión, y la brecha entre regiones de España también lo es, razón por la que existe la redistribución territorial. La cuestión, por tanto, no reside en si la balanza fiscal perjudica a Catalunya, cosa que sin duda ocurre, sino en si es justo o no que ocurra, por razones de justicia distributiva. El abandono por gran parte de la izquierda, nacionalista o no, de ese discurso, da la medida del empobrecimiento de los valores en una sociedad.