Toros o no, como ahora sucede en Madrid, es sólo una más de tantas controversias archivadas que enfrentan a administraciones de signo distinto.

En Andalucía, por ejemplo, los ayuntamientos del PP siempre estuvieron enfrentados a la Junta por vigas o por pajas en el ojo de cada cual. Siempre porque, además de esa gastada inercia de la habitual confrontación institucional contaminada de interés partidista, en la Junta de Andalucía aún no se ha producido la alternancia política, lo que ha convertido en costumbre esa dialéctica no colaborativa entre instituciones condenadas a colaborarse. Pero en esta España de Santiago y cierra, hoy descerrajada ante los cambios venidos y por venir, las cosas ya no son tan así...

Málaga más limpia

Los no fáciles equilibrios aritméticos en la última distribución de escaños de los ayuntamientos están provocando situaciones novedosas, noticias que se van acumulando y de las que hemos hablado en esta misma página de sábado. Anteayer en Málaga, sin ir más lejos, se reprobaba en pleno al concejal de Medio Ambiente por irse de turismo basura -a estudiar sistemas de limpieza quiero decir- a varias ciudades españolas que, curiosamente, tienen la misma empresa contratada a tal efecto que, también curiosamente, es la misma contrata que se hace cargo de la limpieza en Málaga y que, más curiosamente todavía, se hizo cargo de los gastos de viaje y estancia de la comitiva.

Desperdicio municipal

Este asuntillo deja sus residuos, ya que al principio se nos vendió como una magnífica iniciativa municipal. Debíamos aplaudir el trabajo de quienes se esforzaban en conocer otros sistemas de limpieza para estudiar alternativas de mejora en una Málaga que merecería estar más limpia tanto desde la responsabilidad empresarial y laboral como de la cívica. Lo que no se dijo hasta que alguien lo advirtió y la oposición municipal hizo su trabajo -para eso está, para fiscalizar y para presentar propuestas que mejoren o limiten la acción de gobierno- es que las ciudades escogidas compartían sistemas de limpieza no muy distintos ni que pertenecían a las mismas empresas.

Moralidad.0

Una amiga que trabajó durante años como visitadora médica me contaba cómo las farmacéuticas invitaban a pasar fines de semana en Sierra Nevada a médicos de la sanidad pública, no sólo de la privada, aunque algunos compaginan ambas legalmente, una práctica normalizada y habitual. El objetivo no es, pensando en los pacientes, descansarles del estrés de una profesión que, sobre todo en los médicos vocacionales, es de una gran dedicación y con altos niveles de responsabilidad y de implicación personal. Lo que mi amiga debía conseguir de los médicos a los que acompañaba en comidas o excursiones, era convencerles de las bondades de determinados fármacos de la firma que le pagaba por su trabajo. Y que los recetasen. La moralidad en un mundo complejo como el nuestro no puede ser un sistema binario, de cero o de 10, pero todos sabemos que cuando se cobra dinero de todos hay que acercar los procedimientos y su transparencia más al notable alto que al cinco raspado.

La pata encima

Todo se ha vuelto flexible ahí dentro. Ahora lo mismo ocurre que la oposición en pleno reprueba a un concejal, algo inacostumbrado incluso cuando ha habido pactos de gobierno, que ocurre que partidos de la oposición como el socialista le echa la pata al «socio» del alcalde popular, en este caso Ciudadanos, para convertirse en socio por un día y desbancarle en algún asunto concreto, como ya ocurrió con el polo digital en la antigua Tabacalera y ahora puede ocurrir con la desaparición del Instituto Municipal del Libro, que fue una de las condiciones para posibilitar su investidura que le puso Juan Cassá, portavoz de Ciudadanos, al alcalde Francisco de la Torre. Saltan los goznes de la vieja política.

Tsunami catalán

Ver juntos en la inauguración en Cádiz del magnífico puente de los larguísimos ocho años de construcción, y del doble de sobrecoste según su presupuesto inicial, a Susana Díaz y a Rajoy -relegado el alcalde de Podemos que poco ha podido-, tiene otras claves más «suculentas» (palabra que no sólo evoca cosas deliciosas sino esas plantas cercanas a los cactus aparentemente jugosas pero que pinchan). La presidenta andaluza volvía a demostrar su habilidad para colocarse como mujer de Estado junto a Rajoy, a quien se le veía cómodo con los dos puentes, el inaugurado y el puente tendido que le ofreció Díaz con su discurso aglutinador. A Susana Díaz no se le fue otra oportunidad de mostrarse con determinación y sin ambigüedad en los mensajes nacionales, a diferencia de cierta liquidez discursiva de Pedro Sánchez ante el devenido tsunami catalán que nadie parecía haber divisado más allá de las palmeras de la playa de la Barceloneta. Y eso que la estatua de Colón no paraba de señalarlo con el dedo… Porque hoy es sábado.