La campaña para las elecciones catalanas de este domingo parece reducirse a apelaciones al egoísmo de unos y amenazas con los peores males por parte del bloque opuesto.

Basta con ver la propaganda electoral que unos y otros han publicado en la prensa regional: «Para que no pongan en riesgo tus pensiones, vota contra los separatistas», reza uno de esos llamamientos.

«En Cataluña el sueldo medio es más elevado y las pensiones más bajas. Las pensiones se incrementarán tras la independencia. La independencia nos sale a cuenta», explica el contrario.

Produce realmente sonrojo tener que leer ese tipo de argumentos, que apelan sólo a los instintos más bajos de los ciudadanos. Tanto sonrojo al menos como la infantil guerra de banderas en el balcón del Ayuntamiento barcelonés.

Por un lado se amenaza con las siete plagas de Egipto para el caso de que Cataluña se desgaje del resto del Estado y se convierta en un nuevo Portugal en la península ibérica.

Por otro, se repite eso de que «España nos roba» cuando todo el mundo sabe quiénes han estado robando realmente a los ciudadanos en esta España de la corrupción, ya fueran de Cataluña, de Madrid o Andalucía, y lo han hecho con casi total impunidad durante años.

Y está el tema de la solidaridad. ¿No va de eso precisamente Europa? ¿No se han estado ayudando mediante los llamados fondos estructurales y de cohesión europeos a las regiones más desfavorecidas, estuvieran donde estuviesen?

¿Cómo van a esperar los independentistas catalanes la futura solidaridad o comprensión de suecos u holandeses, pongamos por caso, cuando muestran tal falta de ella con quienes han sido durante siglos sus compatriotas?

Y que gentes que se proclaman de izquierdas e incluso una monja apoyen precisamente esa deriva independentista en la creencia de que les va a ir así mejor a ellos, y sólo a ellos, es puro disparate.

Pero sobre todo, ¿para qué están los buenos gobernantes si no para prever y prevenir este tipo de situaciones antes de que degeneren y ya sea demasiado tarde?

Mirar para otro lado como ha hecho nuestro presidente del Gobierno mientras el líder catalán emprendía su enloquecida huída hacia adelante es pura irresponsabilidad política, suceda lo que suceda finalmente este domingo.

En vista de las torpes explicaciones de Rajoy cuando finalmente se ha dignado conceder una entrevista en torno al problema catalán, ¿no hay nadie en su partido capaz de decirle eso de que «el rey está desnudo»?