La memoria es la conciencia de nuestra historia. A diario nos permite reencontrarnos y responder a las circunstancias. Basta con un relámpago informativo o un estímulo sensorial. Son las dos llaves maestras con las que accedemos a nuestro banco de datos. A veces, cuando entramos en disputa con la memoria y la cerradura no responde, necesitamos utilizar una ganzúa para forzar la puerta. Ocurre también que nuestro inconsciente esconde a fondo huellas perturbadoras. Y en raras ocasiones, una extraña anomalía crea reclusos perpetuos de su memoria. Personas que recuerdan el pretérito de 15 segundos antes y qué llevaba puesto 15 años atrás. Incluso lo que sucedió en la portada de un periódico o de la televisión 30 años en el pasado y en un lugar equidistante. Se denomina hipertimesia. Es decir, exceso de recuerdos. La mayoría de nosotros fijamos en nuestra memoria los acontecimientos que suponen un hito en nuestra existencia. Unas veces son una secuencia nítida en primer plano o un relato perfecto, pero lo normal es que recordemos muchas cosas a retazos, desenfocadas o sin detalles. Igual que el eco de una emoción o de una imagen. Sin embargo, a las personas que padecen este síndrome se les puede indicar una fecha y describirá los hechos ocurridos ese día. Incluso el clima y muchos pormenores aparentemente triviales que la mayoría de la gente no sería capaz de recordar. No conocen el olvido como intruso ni fantasma en blanco.

La primera noticia de este síndrome la protagonizó Jill Price, una mujer incapaz de aprenderse un teorema o de recitar una poesía. En cambio, recuerda cada momento de su vida desde los ocho años. Su caso fue publicado en la revista Neurocase en 2006. No es la única. James MacGaugh, científico de la Universidad de California en Irvine y el mayor experto en este síndrome, ha comprobado la existencia de otras 13 personas como Brad Williams, bautizado como el hombre Google por su prodigiosa memoria autobiográfica. Ninguno de ellos sabe quién es Nikki Pegram. Una joven inglesa que el 15 de octubre de 2014 se cayó cuando salía del hospital tras una cita médica por un problema de rodilla. En la caída se golpeó la cabeza con una barra de metal. Cada día lleva a su hijo al colegio pero no puede recordar cuál es su clase ni el nombre de su profesor. Se levanta a diario pensando que es la misma fecha de su cita, y del accidente, aunque no recuerda cómo sucedió. Sólo puede mantener nuevas memorias durante unas 15 horas. Después, dice que se vuelven «borrosas». Padece una amnesia antrerógrada que impide a su cerebro crear recuerdos nuevos. Sobrevive a la vida cotidiana tomando notas y leyendo una libreta azul, que en su portada dice «Diario de pérdida de memoria. Lee tan pronto como te levantes».

La memoria es la voz interior que nos traduce la vida y la interpreta. A veces el estrés la extenúa o el tiempo provoca que desobedezca. Lo peor es que se convierta en una enfermedad que progresivamente la deja ciega, hasta que se desvanece del todo y el cerebro se queda en silencio. El 3 de noviembre de 1906, Alois Alzheimer, un eminente patólogo alemán, presentó en el 37 Encuentro de los Psiquiatras de Alemania, su comunicación "Acerca de una enfermedad peculiar del córtex cerebral". No imaginó el impacto que tendría su descubrimiento. Se calcula que en el mundo hay 47 millones de personas que padecen alzheimer y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. Es la causa de demencia más común. Pero a pesar los avances médicos se estima que hay una tercera parte sin diagnosticar. En algunas comunidades rurales y en ciertos entornos familiares existe un cierto estigma asociado a la enfermedad que provoca que no se la tome en serio. Se dice que al abuelo se le ha ido la cabeza, que son cosas de la edad. Sus síntomas más comunes son las alteraciones del estado de ánimo, las dificultades de orientación, la falta de desenvoltura y capacidad para resolver situaciones cotidianas y bien conocidas, olvidos notorios como citas médicas, reuniones, comidas familiares, confusiones de fechas, problemas de lenguaje.Málaga ha reunido durante tres días a 150 investigadores para hablar de avances sobre el alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. En España 1,2 millones de personas la padecen. Y los cálculos indican que en 2030 el número de pacientes se puede duplicar. Es urgente encontrar fórmulas para retrasar o prevenir la aparición de los síntomas. La detección precoz es uno de los aspectos clave. Por primera vez ya hay unos análisis experimentales que pueden determinar la presencia de la enfermedad, pero no son sencillos ni baratos. También se ha insistido en terapias como la música autobiográfica que facilita que los pacientes recuerden emociones vinculadas a los momentos más importantes de su vida.

La memoria guarda las cenizas y las ascuas de nuestra vida. Es el mapa íntimo de nuestra identidad y un yacimiento que transmite experiencia, conocimientos y educación. Es necesario trabajarla y también defenderla. A lo largo de la historia ha sido víctima de manipulaciones, de disfraces, de versiones sesgadas, y todavía hoy se sigue borran y se deforman la información y los hechos. Hace tiempo que es frágil y está sujeta a litigios y caducidad, a comercios y arengas. La memoria no une ni reconcilia. Se ha transformado en hoguera, en alucinógeno, en becerro de oro y en martillo de batalla. Unos se abanderan con ella, y otros desertan de su tutela. También estamos los que preferimos alimentarla con palabras, gestos y pequeños detalles que siempre se reconocen en los ojos de los que nos importan. Aquellos a los que queremos y en los que un día podemos convertirnos esperando contar con esa hermosa luz entre la niebla y el silencio. La última memoria en la que sobrevive el amor y la dignidad de lo que fuimos.