El Barcelona vivirá los dos próximos meses sin su santo y seña en el campo, Leo Messi, que ante Las Palmas cayó lesionado con una rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda que obligará a un grupo reducido de sus compañeros a dar un paso adelante.

Tras el encuentro, Luis Enrique apuntó que no le va a cargar el muerto a nadie para que se eche el equipo a la espalda en ausencia del argentino, pero parece una obviedad que una serie de jugadores deberán crecer en autoridad y ponerse los galones. Han vivido a la sombra de Messi, pero ahora les toca asumir más responsabilidad. En principio son sus socios en ataque, Neymar y Luis Suárez, y el capitán, Iniesta, quienes deben ponerse los galones y ejercer la autoridad que tenía Xavi Hernández.

El Barça se siente algo huérfano sin su estandarte, que estará de baja entre siete y ocho semanas. Sea cual sea su período de recuperación, la ausencia del jugador franquicia en el último quinquenio va a ser un camino minado para el Barça si los lugartenientes no dan un paso al frente. Anteayer, contra Las Palmas, Suárez respondió a las mil maravillas. Fue el autor de los dos goles (2-1) para el triunfo azulgrana, pero Neymar volvió a firmar una pobre actuación, con un penalti fallado incluido. El crack brasileño ha sido el que más ha estado viviendo a la sombra de Messi, convirtiéndose casi en su asistente personal -en vez de definir o crear, suele preferir la combinación o la asistencia al argentino para que éste se luzca-.

Este fue, en realidad, un papel que asimiló rápidamente, después de haber conocido que otras estrellas en la misma disyuntiva no habían tenido un gran recorrido a la sombra de Messi. Neymar no tuvo ninguna duda de ponerse a trabajar para el argentino y de esta relación ha crecido una gran conexión, también con Luis Suárez, un ariete a la vieja usanza, que pasa a segundo plano cuando Messi pone la directa hacia la portería. Ahora, sin la luz que los has guiado, Neymar y Suárez no tienen más remedio que incrementar su rendimiento goleador.

Otra función le espera a Iniesta en el centro del campo, donde el equipo más sufre esta temporada y se manifiesta falta de recursos cuando el Barça padece en los embotellamientos en ataque o en las idas y venidas del balón. El albaceteño necesita, más que nunca, ser el cerebro de un Barça que requiere de un jugador que ponga orden en las acciones desde el centro del campo.

Mientras el Barça deberá resintonizarse sin Messi, éste acudió ayer a la Ciudad Deportiva para iniciar la recuperación que le llevará a vivir el barcelonismo como a él no le apetece, desde el graderío. Con una rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda, les esperan entre 7 y 8 semanas en el dique seco, pero ya sabe lo que es estar tres meses sin jugar. Le pasó en las temporadas 2005-06 y 2006-07, por una rotura del bíceps femoral de la pierna derecha y una rotura del quinto metatarsiano del pie izquierdo, respectivamente. Un bíceps femoral, en la siguiente campaña, lo volvió a apartar dos meses fuera, en dos periodos.

Las siguientes lesiones son de 2013. En abril, una rotura idéntica lo dejó dos semanas fuera; y en noviembre, por la misma dolencia, estuvo de baja siete semanas, en las que se perdió nueve partidos.