Rajoy, árbitro

Es cierto que, improvisando ante los medios, Rajoy no sabe si en una Cataluña independiente sus nativos conservarían la nacionalidad española, ni tampoco conoce el monto de la deuda pública española. Pero, aunque se lo preguntaran en inglés, seguro que podría explicarnos por qué el último gol de la Liga de fútbol fue legal. ¡Qué árbitro se ha perdido España!

María Faes Risco. Málaga

Córtese la coleta

¿Es posible que al señor Iglesias no se le caiga la cara de vergüenza, primero por su rotunda derrota en Cataluña, y después por decir encima, que se debe a que hablaba de temas sociales? Como le reprocha hoy hasta su amigo Monedero, no hay nadie tan tonto que no sepa que no hablaba de la independencia porque negocia con una calculada ambigüedad, quiere comer a dos carrillo, hasta el punto que Mas reclama como independentistas los votos de «Cataluña si se puede».

Y Pedro Iglesias todavía se atreve a soñar, o delirar, con ser el próximo presidente del Gobierno de España. Soñar a estas alturas que cambie de actitud es pedir la luna. Córtese la coleta y deje que otros menos pringados lleven a un discreto, pero buen fino, las esperanzas de tantas personas que él parece empeñado en destruir.

Carlos Giraldo Llanes. Málaga

Amigos incómodos

Nada más incómodo que tropezar con personas que defienden en apariencia las mismas cosas, pero con malos argumentos o para disimular sentimientos contrarios. Así, estos días, un Trueba que, después de proclamar en un discurso rancio y en un contexto innegable que nunca se había sentido español, ahora, ante el escándalo y perjuicio que ello va a ocasionarle, se excusa diciendo que lo dijo porque no es nacionalista, y que su patria es el mundo. Con amigos así, los humanistas no necesitamos enemigos.

Peor si cabe, su cargo y precedentes, es que los partidarios de la unión tengamos a nuestro lado a un cardenal Cañizares, proclamando que Dios quiera la unidad de España. Porque esa unión tiene que ser el fruto de un acuerdo humano y libre, no de una imposición dogmática, incluso matando a quienes piensen lo contrario, como ocurrió durante el franquismo, con el apoyo de su Iglesia.

Luis Escobar. Málaga