Lorenzo Morón Vizcaíno, conocido en el ámbito futbolístico como Loren, es uno de los entrenadores de moda en la categoría de bronce del balompié nacional. A sus 45 años de edad, este exjugador marbellí atesora un currículo excepcional, coronado por una racha en el equipo de su ciudad que bien podría catapultarle a mayores retos. Sin embargo, a quien fuese defensa central a principios de la pasada década en escuadras como el Sevilla o el Recreativo es muy difícil verle sacar pecho sobre los números que acumule, por históricos que sean o brillantes que resulten.

En el vestuario no quiere ni una pizca de confianza, sabedor de que el peor enemigo para un jugador es creerse ganador antes de pisar el césped. Expresó públicamente esa premisa antes de medirse ayer al filial sevillista. Sus hombres salieron al campo con esas ganas de victoria que no han dejado de tener durante este primer mes y medio de campeonato. Merecieron ganar, porque además acariciaron el triunfo hasta los últimos segundos. Finalmente el cuadro visitante empató. Pero el Marbella volvió a sumar una nueva jornada sin perder, la séptima ya en el arranque liguero. En la historia del Marbella FC sólo tiene ya por delante los números de un Juan Ramón López Muñiz que, con su excelente trayectoria en el club marbellí, acabaría sentado en el banquillo del Málaga CF. Éste acumuló en la campaña 2006/2007 hasta nueve jornadas invicto.

A Loren le restan para igualar ese registro la visita al campo del filial del Almería y, una semana más tarde, recibir al potente Mérida en el Municipal marbellí. Seguro que el técnico sólo piensa en el famoso «partido a partido». Pero lo paradójico es que con esa pauta arrastra una racha aún más significativa. El marbellí se convirtió en principal inquilino del banquillo del club presidido por el magnate ruso Alexander Grinberg a finales del pasado mes de marzo. Desde entonces no conoce la derrota.

A los actuales siete encuentros que lleva invicto, hay que sumarle los ocho con los que ató la permanencia tras sustituir a Alfaro -acumuló cinco victorias y tres empates en la recta final de la pasada temporada-. Con unas estadísticas tan difíciles de alcanzar en este siempre igualado grupo cuarto de Segunda B, quiero hoy rescatar de mi memoria la anécdota que hace dos veranos me contaron en el Casino de Marbella, justo cuando me disponía a entrevistar a Grinberg -el entonces flamante presidente del club-.

Con la llegada del nuevo propietario, a Loren lo obligaron a dejar el puesto de segundo entrenador de Jaime Molina. Durante seis años, ambos exfutbolistas habían labrado grandes temporadas en Los Barrios, Estepona o en tierras extremeñas. A Loren, con los rublos recién depositados en la ciudad y más concretamente en su club de toda la vida, le ofrecieron entrenar el juvenil. Pero contestó lo siguiente: «Me parece dar un paso atrás en mi carrera como técnico, por lo que no lo he aceptado». Así se escribe un manual de autoconfianza, sí señor. Rechazó adiestrar a los juveniles y a los nueve meses ya era técnico del primer equipo. La de veces que «menos» es «más».