Quiero trabajar

Mi jefe me convoca un viernes a una reunión urgente en su despacho. Mal presagio. La expresión hierática de su mirada transmite un mensaje no verbal fatídico. Las sospechas quedan refrendadas al escuchar unas gélidas frases que anuncian la tragedia laboral. Y mi mente no puede asimilar, nublada por el torrente de emociones, que acabo de perder el empleo. Las preguntas se suceden en mi interior buscando una explicación, sin encontrarla. Entonces, como en una película, se suceden imágenes de la dedicación y entrega invertidas en mi actividad profesional. Trascurridos los días, la nueva -y desagradable- coyuntura comienza a asimilarse, aunque emergen cambios en nuestra existencia difíciles de aceptar. El tiempo se ralentiza, los días -en blanco y negro- se suceden, los festivos y fines de semana desaparecen. La vida transcurre delante de mí, convertido en un actor secundario. Pero, a pesar de todas estas sensaciones, mis energías se concentran en amortiguar ese golpe que nos permita comenzar de nuevo. Evidentemente, no es fácil, porque percibes el vértigo, la proximidad del precipicio, y sientes pánico al futuro. Las dudas te asaltan cuando recuerdas ‘factores de riesgo’ como la edad y la profesión (periodista). Pero, todos estos elementos no son suficientes para detener mi determinación. Lucharé con tesón por reintegrarme al mercado laboral. Quiero trabajar. Y desde aquí envío un mensaje de optimismo y solidaridad a todas las personas que se encuentran en mi misma situación, y para que no se dejen vencer por el desánimo. Mucha fuerza y un abrazo, compañeros.

Javier Prieto PérezMálaga