¿Se vive más en el Cerrado de Calderón que en la Palmilla?, ¿más en el Limonar que en la Carretera de Cádiz? Tal vez sí, o seguramente no en todos los casos, dicho sea desde la observancia externa, dado que el cronista habita barrio de clase media. Ayer, Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, dijo en un foro de alcaldes celebrado en Málaga que en el barrio de Salamanca la esperanza de vida es mayor que en el sur de su ciudad. Uno tiene muy visitadas las vinotecas de la calle Ortega y Gasset, las boutiques de Serrano, los hotelitos de la zona, las peluquerías finolis o los coquetos restaurantitos donde leyendo la carta se puede deducir erróneamente que en este país la gente tiene sueldos escandinavos. Y pese a esa constatable experiencia no podría asegurar que eso garantice longevidad, si acaso y si se tiene dinero, lo que garantiza, es simplemente, vivir de puta madre. Claro que también hay gente que vive así de bien en el sur de Madrid, siempre y cuando la felicidad no se mida en el número de metros cuadrados que tiene tu salón o donde defecas, o sea, el cuarto de baño. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, no entró en tales honduras, Tegucigalpa, más bien se limitó a firmar una serie de medidas, junto a otros ediles, de carácter medioambiental. Menos firmas más limpieza. Málaga está sucia. Y hasta el Defensor del Pueblo ha tomado cartas en el asunto, si bien debería tomar escobas. Ha sido a propósito de la calle Victoria, aunque el edil del ramo, Raúl Jiménez, afirma que buena parte de la culpa de esa cochambrería que a veces se acumula en tan señera vía la tienen un grupo de vecinos incívicos. No sabemos cuál es la esperanza de vida en la calle Victoria, pero sí que la esperanza de verla limpia mengua en cuanto uno la enfila cabizbajo e incluso meditabundo. Carmena tal vez viva en el barrio de Salamanca, dado que pese a su veteranía se la ve en forma y enérgica, saludable y con ganas de encrespar a la derechona. Sin embargo, Ana Botella era un producto casi arquetípico del barrio de Salamanca y la han muerto políticamente en la flor de la edad. Tal vez se esté cardando el pelo en la calle Velázquez. En Madrid también hay serios problemas de limpieza, si es que puede haber problemas de limpieza en broma. Allí, la actual corporación está atrapada por las condiciones poco ventajosas que para el ciudadano (y para las aceras) firmó la anterior con la empresas privadas que tiene la concesión. Es seguro que para los directivos de esas empresas la calidad de vida esté bien asegurada. Paseando en mi barrio no me los voy a topar.