El diccionario define quimera como «aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo». En el año 1988 España vivía un gran boom del baloncesto. Los éxitos del 84 habían disparado la popularidad de nuestro deporte. En 1986 España organizó un Mundial y dos años más tarde debutaba en la televisión española «Cerca de las estrellas» dirigido por Ramón Trecet y Esteban Gómez con un partido entre los Boston Celtics y los Milwaukee Bucks.

En los kioscos, a la mítica revista «Nuevo Básket» nacida en 1980, se unía primero «Gigantes del Básket» y después «Estrellas del Básket» y «Básket 16» entre otro rosario de publicaciones que nos comenzaban a mostrar la mejor competición del mundo.

En 1987 se disputaba el primer trofeo McDonald´s en Milwaukee, con los Bucks, la Tracer de Milán y la mítica selección de la URSS. Y un año más tarde, el mayor espectáculo del mundo de la canasta llegaba a Madrid de la mano de los Celtics en un aterrizaje muy distinto al que vivimos anoche.

Yo había llegado a Madrid meses antes para estudiar periodismo. Mi pasión por el baloncesto me llevaba a coleccionar todo tipo de publicaciones y videos que entonces no eran ni fáciles, ni baratos de conseguir. Al salir de la facultad decidí ir a comprar unas entradas para ver ese espectáculo que juntaba a los Celtics, con el Real Madrid, el Scavolini de Pésaro y la selección Yugoslava.

Llegué sobre las tres de la tarde y la cola daba la vuelta al Bernabéu. Ese día cerró la taquilla y no pude comprar la entrada. Me fui a dormir para volver al día siguiente temprano. Ese día tuve doble premio, una entrada y un autógrafo de Drazen Petrovic. El genio de Sibenik decidió pasarse por el Bernabéu para saludar a los aficionados que hacíamos cola para sacar entradas. Drazen era muy grande.

Y llegó el día del partido, me tocó al lado de una pareja americana que me preguntaban por nuestra Liga y recuerdo que no podían entender como un jugador de la NBA como Mel Turpin podía jugar aquí con el CAI Zaragoza. Eran otros tiempos.

Al acabar el partido me acerqué al autobús de los Celtics, no había mucha gente, y me pude colocar justo al lado de la puerta. A mi lado pasaban todos los jugadores y me chocaban la mano. Las imágenes se convertían en realidad, eran de carne y hueso. Recuerdo a Danny Ainge con una sudadera donde había escrito «El Terrible» con un rotulador, el choque de manos con Larry Bird y como Robert Parish, «El jefe», subía al bus rodeado de todos los jóvenes y se sentaba en el ultimo asiento del autobús con todos los rookies a su alrededor y como le escuchaban con atención. El bus salió para el hotel y de repente apareció Jim Paxson, lo habían dejado en tierra, el jugador no entendía nada pero rápidamente le buscaron un taxi para que se uniera a sus compañeros en el hotel. Y entonces salió Fernando Martín que se pasó muchos minutos firmando autógrafos a los aficionados que allí estaban.

La NBA entonces era una quimera inalcanzable, hoy está más cerca pero no tengo muy claro que en este acercamiento se haya producido en la dirección correcta. Me estaré haciendo mayor pero aquellos tiempos me parecían mejores.