Hay proyectos que nacen condenados al fracaso. Y lamentablemente el chare del Guadalhorce va camino de liderar ese ranking. Su historia está plagada de despropósitos, fallos que comenzaron casi desde el minuto uno. Primero se anunció un hospital, que al tiempo se quedó en centro de especialidades para dejar a esos 110.000 habitantes como los únicos malagueños sin un comarcal. Después llegó la elección del lugar. Cártama se ofreció a dar los terrenos, a colaborar en el proyecto, y así, con rapidez, ya tenían sitio. ¿El mejor? Pues no. Cártama no es el centro de la comarca, es más, está más cerca de Málaga que del resto de municipios. Y el (no) hospital se construyó en Casapalma, en terrenos casi en mitad de la nada, con el único beneficio de estar al lado de la autovía, pero en el campo, sin servicios complementarios y con otra cuestión a resolver en el futuro: tratar con las compañías de transporte que lleguen hasta allí. Pero eso será después, volvamos al antes: en la elección de Cártama tuvo mucho que ver que su entonces alcalde, José Garrido, era del PSOE y que no estaba en la parte crítica, en la que sí estaba Gabriel Clavijo, alcalde de Coín, localidad mejor situada geográficamente en la comarca. Así que Coín, no. Y tampoco Alhaurín el Grande, que allí estaban los del PP. Y Cártama y la Diputación estaban dispuestas a pagar por un servicio que es de competencia autonómica? y de aquellos acuerdos pensados más en clave política que de utilidad llegamos a este presente. Gallardo ha conseguido el apoyo de Bendodo. Y se agradece. Pero ¿será eso suficiente para motivar a la Junta?, visto lo visto no lo parece. Llegarán nuevas excusas y nadie dirá la verdad: que no hay voluntad de buscar la financiación necesaria para abrir el hospital y dotarlo de personal. Que no se inventen más excusas.