La única ventaja, por así decir, de las guerras, es que simplifican las cosas: hay un frente, a un lado del cual están los buenos y al otro los malos (intercambiables según la posición de cada uno, claro). Cuando esa ventaja desaparece, buenos y malos se esfuman, y sólo quedan los muertos, que son el denominador común. Esa es la situación en Irak: Occidente empezó atacando a El Asad, aliándose con sus enemigos, pero ahora ataca a una parte de éstos (EI), sin defender a El Asad. Turquía ataca a El Asad y a una parte de los enemigos de El Asad (los kurdos), distinta de la que ataca Occidente, bloque con el que está unido en la OTAN. Visto el lío, Rusia se ha metido a pescar en aguas revueltas, y defiende a El Asad, sin distinguir mucho entre sus enemigos. En cuanto a los que aprietan el gatillo (el botón de las bombas), pedirles que no se equivoquen al hacer muertos es pedir demasiado.