La academia sueca debería hacer como la red social Facebook (que va a sumar el botoncito de No me gusta a su característico Me gusta) y otorgar el No Nobel a algunos. Habrá gente que piense que incluso podría retirar alguno de los Nobel dados por no merecidos a posteriori, y no es una censura a quienes han obtenido el reconocimiento esta semana aunque alguno (y quizá por desconocimiento de su obra y conocimiento de la de otros candidatos que sonaban, como es mi caso) se haya sorprendido con la elección de la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich. Sí entiendo el Nobel de la Paz al Cuarteto Nacional de Diálogo tunecino, por poner en valor el olor del jazmín de aquella primavera árabe en el golpeado Túnez frente al de la sangre de los terroristas islámicos que se la apoderaron en parte.

'No like'. Los políticos están para usar primero el poder para quienes más necesitan ser ayudados en su supervivencia y en su Educación, evitando así en lo posible injusticias que devienen primero en fractura social y progresivamente en deterioro de la convivencia (y en contagios si hablamos de la no atención sanitaria, Sanidad). Quienes fracasan en ello por incapacidad manifiesta y quienes utilizan el poder sólo para perpetuarse en él o servir sectariamente a los suyos merecerían un No like cotidiano y un No Nobel cada otoño. En ese sentido, hay incluso administraciones públicas que empiezan a rozar el ridículo, gastada ya la rabia por su inacción -a ver qué pasa en Europa con el escandaloso fraude mundial de Volkswagen-. El peligro de normalizar lo que ocurre por el mero hecho de que ocurra de manera reiterada (habría que insistir mucho en esto) es uno de los fracasos morales de nuestro tiempo, y uno de sus grandes males.

Abre La Cónsula. En Málaga, sin ir más lejos, las idas y venidas de la escuela de hostelería de La Cónsula por los distintos espacios que la actualidad puede conceder a una noticia en el periódico o en un formato informativo, ya ha traspasado esas fronteras, las del escándalo al ridículo con triste normalización de sus problemas incluida. La Cónsula abrió ayer, al fin, y por lo menos la clientela de su restaurante no faltó a la cita, a pesar del desgaste que supone para un centro de excelencia estar meses cerrado, y un día sí y otro casi también en los periódicos por el aparentemente frívolo cambio de consejería de la que dependía, de Empleo a Educación-sombra de irregularidades incluida-, y por su ahora vuelta a la misma dependencia inicial, al SAE (Servicio Andaluz de Empleo). Experimentos con gaseosa, no con este Vega Sicilia de la excelencia turística andaluza.

Plan SYGA. Pero a la plantilla de La Cónsula se le siguen debiendo meses de cobro, aunque la última promesa haya sido que cobrarán antes de final de mes. Y los proveedores están surtiendo a crédito, lo que genera un mercado más cautivo de lo que debiera, demasiado común cuando se contrata con la Administración. Sin embargo no es éste el gran ejemplo del No me gusta, incluso del No Nobel a estas alturas del curso escolar. Si no el de los 23.583 alumnos en riesgo de exclusión social -y que podrían estar mal nutridos- detectados en unos 1.300 centros escolares de Andalucía y atendidos progresivamente, aunque con retrasos, por la Junta el pasado año mediante el llamado plan SYGA (Plan de Solidaridad y Garantía Alimentaria).

Unos sí y otros no. Esas bolsas de la merienda con un bocadillo, un batido o una pieza de fruta, también con retrasos este curso, se asume que aún no llegan a todos los niños en riesgo. Bien está el programa y el Decreto contra la Exclusión del que dimana, y bien que ya se atienda a unos 16.000 niños de 1.060 colegios, pero esto no es una cuestión de cifras. Si se ha hecho el trabajo previo de detectar esa situación extrema y por muy compleja que sea la maquinaria que tiene que coordinar ayuntamientos, familias, empresas de catering, colegios y Junta de Andalucía, una vez tomada la decisión la Administración tiene que funcionar sin fisuras y de una vez, porque cada cifra no cubierta en este caso tiene el rostro de un niño sentado junto a los compañeros en el colegio. Y los demás con su merienda.

el rey europeo

Otros ridículos se cometen a nivel europeo. Hizo bien el líder de Podemos en quedarse al discurso del Rey de España en el Parlamento Europeo, aunque sea republicano. Fue un buen discurso. Razonable, avanzado, solidario y no mucho menos político (la figura sólo representativa del Rey lo obliga) que el vibrante de Hollande y el de Merkel a dúo. Pero el desplante de la Izquierda Plural y, sobre todo, la bandera nacionalista gallega que quedó colgada de ese escaño vacío durante la intervención de Felipe VI quedó chorreando. Nada más rancio y conservador que ese jíbaro gesto. Disfruten del puente del Pilar… Porque hoy es sábado.