Feria de la belleza

El 7 al mediodía todo el centro de Fuengirola fue un hervidero, mientras la procesión lo circunvalaba a su aire con sus tres bandas de trompetas y tambores.

Constato como octogenario observador:

Toda fuengiroleña que se viste con traje de faralaes viene a lucirlo aquí.

De flamencas las andaluzas se metamorfosean. El premio se lo lleva una maravilla morena con flor centrada blanca y traje rojo. A la tercera vez que la encontré descubrí su singular embrujo, sus ojos azulverdosos.

Me parece que este centro es la zona del mundo con más densidad de bellezas por metro cuadrado.

Hasta el género masculino se está enguapeciendo.

Belleza en la Feria. Sueño que nos pongamos también todos a enguapecernos por dentro. Que luzcamos maravillas de sentimientos, intenciones, amores y solidaridades. El próximo y cercano salto evolutivo puede ser este. Ojalá

Pablo Osés Azcona. Málaga

Días cada vez más indecentes

Recordado el «Día del trabajo decente», volvemos a sufrir los días reales, de trabajo indecente: todos. Porque las estadísticas, incluso oficiales, lo confirman. Cada vez son más bajos los salarios de los de abajo, y más altos los de los de arriba; es decir, más indecentes en ambos casos.

Los sindicatos, que antes celebraban ese día con numerosas manifestaciones, ahora ya no se atreven ni a salir a la calle, invitando sólo a adherirse a él… en las redes sociales, en el caso de que todavía haya alguien que crea en ellos (¿no hay todavía trabajadores que, aun sin tener miedo al infierno extraterrestre, votan a la derecha que más les empobrece?).

El problema no es nuevo. Hace tiempo que los sindicatos decidieron llamar a ese día el del trabajo «decente», en una pésima traducción,-a lo que suena-, del inglés; quizá porque ya renunciaban a pedir un trabajo realmente digno, mucho más exigente que otro sólo «decente». Pero no toda la culpa es suya ¿hemos luchado lo suficiente para merecernos unos sindicatos y unos políticos realmente dignos o, al menos, decentes?

Martín Sagrera. Málaga