Grandes empresas tecnológicas reducen artificialmente sus beneficios en España para pagar menos impuestos. He aquí un titular que se repite año tras año sin que nadie le ponga remedio. El mecanismo es conocido: la filial española compra sus productos a la filial de Irlanda, donde el impuesto de sociedades es más bajo, y esta los compra a la casa madre, pongamos que en Estados Unidos. La filial irlandesa compra barato a la casa madre y vende caro a la filial española, que aplica un margen muy escaso para la venta al público. Así la filial española apenas tiene beneficios, y por ello paga pocos impuestos, mientras quien de verdad los tiene es la filial irlandesa, donde están gravados a un tipo inferior. Además, los productos en sí mismos no pisan suelo irlandés; se trata de una intermediación virtual, como corresponde a una empresa de las nuevas tecnologías. Quizás el producto ni siquiera provenga de Estados Unidos: las tecnológicas norteamericanas elaboran el software, que no tiene masa, y encargan la parte física a los chinos o a los coreanos. No hace falta que el aparato pise suelo americano. Maravillas de la globalización, a la que los gobiernos son incapaces de responder con una globalización de las decisiones impositivas. Al contrario: las utilizan como arma para competir por la instalación virtual de empresas en sus censos de contribuyentes. Y en el caso de Irlanda -como en el de Luxemburgo-se trata encima de un estado miembro de la Unión Europea. Esta capacidad de las grandes empresas para desviar impuestos debe ser considerada inadmisible para el ciudadano medio, por dos razones. Una: porque los impuestos que dejan de pagar ellos los pagamos los demás. La otra: por discriminación insoportable. Es decir, por envidia. ¿Por qué ellos pueden pagar sus impuestos en Irlanda y los trabajadores ordinarios no podemos? ¿Por qué este mecanismo está al alcance de las tecnológicas americanas que ponen su logotipo a unos artefactos chinos y no está al alcance del tendero de la esquina, que está pensando en bajar la persiana para siempre? Todos los ciudadanos europeos deberíamos tener derecho a desviar un 99% de nuestros impuestos a otro país comunitario, aquel que nos ofreciera mejores condiciones. Lo contrario atenta contra el artículo 21.2 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que reza: «Se prohíbe toda discriminación por razón de nacionalidad». Habrá que llevar este asunto de los impuestos al Tribunal de Estrasburgo.