Tras la subasta de los dos Ferrari regalados por Emiratos Árabes Unidos al Rey Juan Carlos y entregados por éste al Patrimonio del Estado, las cuentas públicas estarán más saneadas, aunque sea en una magnitud pequeñísima, y los contribuyentes pagaremos una minúscula parte menos. Por tanto, y no sólo por eso, hay que agradecer a los Emiratos el detalle, pues una cosa es que tales regalos no casen con las prácticas institucionales de una democracia, y otra que el gesto en sí no tenga valor. Los viejos refranes forman parte de la intrahistoria, y sus mandatos están impresos en los códigos del pueblo, aunque las clases medias, recién llegadas a menos pobres, con frecuencia los olviden. Hay uno que dice de bien nacidos es ser agradecidos, y otro que dice no muerdas la mano que te da de comer. Desde aquí se besa respetuosamente la mano del Emir, aunque uno no tenga el gusto de conocerlo.