Ha pasado más de un año desde que el 3 de septiembre de 2014 se publicara la sentencia dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (asunto C-127/12) por la que se establecía la ilegalidad de que un balear o un madrileño casi no paguen por aceptar la herencia de sus padres mientras que un andaluz paga un desmedido e inasumible porcentaje por el mismo concepto.

Ha pasado más de un año y la Junta de Andalucía no ha hecho nada por enmendar la tributación abusiva y confiscatoria de la herencia, pues lo lógico sería no tener que pagar dos veces por algo que ya es tuyo. En los países europeos en los que aún subsiste el Impuesto de Sucesiones el peso en la recaudación total de este impuesto es insignificante por una razón muy simple, ya has estado pagando toda tu vida por tus bienes con el IBI, el IRPF, etc. Tan fácil de entender como eso.

Si tan europeos dicen que somos me pregunto por qué la desobediencia de las sentencias del TJUE no conlleva las mismas consecuencias ejecutorias que la insubordinación de Artur Mas a las decisiones del Tribunal Constitucional. Sería curioso ver a Susana Díaz entrando a declarar como imputada ante el TSJA, altanera y desafiante, rodeada de una recua de alcaldes jaleándola bastón en alto y haciendo tiempo para que llegue la hora de la servecita mi arma, para escucharla posteriormente decir en rueda de prensa que acepta la responsabilidad del impuesto de sucesiones pero que conste que eran los voluntarios los que lo pasaban al cobro.

Se ve que esta caidita de Roma por el finstro diodenal ya ha durado demasiado y los gobernantes andaluces temen que en breve se les acabe el chollo recaudatorio mortis causa y no puedan seguir dándonos por donde tienen la gracia las avispas, así que este año el Ayuntamiento de Sevilla ha seguido con la tradición de repartir a los jóvenes botecitos de lubricante, para que se vayan preparando con lo que les espera.

Puede que cunda el ejemplo por toda la comunidad autónoma y en vez de reducir el impuesto de sucesiones nos manden regalos sexuales con la propaganda electoral prenavideña: vibradores con forma de indalo para Almería, bolas chinas de aceituna en Jaén, preservativos con un dibujo de la Alhambra granadina, chocolates con forma de patio cordobés, antifaces y lencería de Cádiz, aceite erótico con sabor a gamba para los de Huelva, o incienso afrodisiaco con olor a biznaga malagueña.

Poniéndome serio creo que para que un menor andaluz sepa qué hacer con tanto lubricante primero hay que inocular y fortalecer ciertos valores, enseñarle a ser libre, a ser consciente de sí mismo y a respetar a todos los que le rodean, pues no debemos olvidar que Andalucía lidera porcentualmente la estadística de acoso escolar en toda España, uno de cada cuatro, y es lógico pensar que no amarás a quien no valoras.

Por mi parte qué quieren que les diga. Llámenme romántico, incluso anticuado, pero si han de sodomizarme tributariamente exijo ternura y un poquito de preliminares. Ya saben, entrar en la Delegación de Hacienda con Barry White en el hilo musical, la ventanilla a media luz, una copa de vino, un bocadito en la oreja y por supuesto que no falte una dulce mentira piadosa tipo: caballero no se preocupe, soy del gobierno y estoy aquí para ayudarle.