Se ha abierto el mercado de fichajes y no ha sido en el fútbol. La primera ofensiva la ha lanzado Pedro Sánchez, que ha oteado el panorama otoñal del socialismo en Cataluña y le ha birlado a Meritxell Batet al PSC. Luego le hizo una oferta a Zaida Cantero y finalmente depredó a un equipo que ya juega en segunda, UPyD (más siglas que militantes) y de dos telefonazos se hizo con los servicios de Irene Lozano, que no ha sido muy bien recibida en el vestuario socialista.

Lozano es una inteligente ensayista, periodista, lingüista, mujer culta e impermeable a las críticas. Tan lista como es no sabemos como no ha echado mano de aquello de Churchill: «Cambio de partido para no cambiar de ideas». El británico se largó en 1904 al partido liberal luego de haber ocupado escaño con los conservadores. No tardó en ser ministro. Ignoramos si Lozano va a ser ministra. Si le preguntaran al PSOE andaluz diría que mejor fuese a galeras. Los socialistas de esa región han decidido no decir ni mu, para, en el caso de que Sánchez no sea presidente del Gobierno decir: ‘vete a tu casa’. Como Sánchez ya sabe que juega a todo o nada, no descarta nuevos fichajes, si bien algunos postulantes de los que nos llegan noticias son desechos de tienta y becerrada política. Sánchez también es especialista en jubilar a defensas rompedores o tuercebotas. Ahí está (en la cuneta o en la banda) Tomás Gómez. El PP a quien querría fichar es a Albert Rivera, pero nos da que ya es un poco tarde. Arancha Quiroga, que jugaba aseadamente en el filial vasco de los peperos, decidió marcharse. Una moción en el Parlamento vasco la dejó fuera de juego. También lo hizo Cayetana Álvarez de Toledo, marcharse, que escribió una carta a los periódicos cantándole a Rajoy las cuarenta. Desde entonces está libre y con la cara naranja acordándose de Churchill. IU tuvo a Pablo Iglesias pero no le pagó una ficha adecuada. Le pagó con desdén y sin candidatura a unos comicios y entonces Iglesias montó su propio equipo. Ahora se le ve algo cansado. Las segundas partes de un partido trepidante nunca han sido lentas. Alberto Garzón se postuló para la confluencia de las izquierdas, pero ese equipo nunca ha tenido un entrenador claro y entonces se fragmenta y más que delanteros tiene discípulos de Pancho Villa. El presidente del Gobierno se dispone a hacer su alineación en las provincias todas para las generales. Le avisan de que hay demasiados veteranos con pretensiones de salir de nuevo con el dorsal número uno. La cantera pide paso. Y escaño.