Larra le hizo El Español un contrato en mil ochocientos treinta y pico de veinte mil reales al año por escribir dos artículos a la semana. Mucha gente cree que su frase «en Madrid, escribir es llorar» significa que se es pobre si se escribe. De otras publicaciones cobraba unas veinte pesetas por colaboración. Gay Talese tomó doscientos folios de notas para escribir 'Sinatra está resfriado', que ahora se reedita en formato lujo. Pasó al editor del Enquirer cinco mil euros de gastos. Se entrevistó con doscientas personas para recabar datos sobre el cantante. Nunca habló con él. Lo vio una vez de lejos. Tardó cuatro semanas en escribir el texto que finalmente alcanzó los cincuenta folios. Sinatra sabía que Talese merodeaba pero le dejó hacer y no le mandó a un mafioso a partirle las piernas. Sería por la solidaridad que los verdaderos caballeros elegantes se prestan entre sí.

A bote pronto mataría por escribir como Talese, pero no es menos cierto que moriría por trasladarme en el tiempo y participar en una juerga con Sinatra y la Rat Pack. Solo una. De 24 horas. Tampoco me aguantaría más el cuerpo. Talese era un dandy. Yo tengo escrito un decálogo sobre el dandismo y si fuera más diligente iría ahora a rescatarlo y lo incluiría aquí. Pero está en otro ordenador. Debería leer más a Talese, y tener menos ordenadores, hay cosas suyas que no he catado. Sin embargo, me dejo atrapar por una novela de Juan Francisco Ferrer que comienza con una escena en la que el protagonista, un escritor cuarentón consagrado, bebe Jack Daniels mientras ve porno en una pantalla gigante en su casa y se pajea con delectación. En la solapa desvelan que más tarde un enano lo torturará. Tras cuarenta páginas, ni rastro del enano. Los enanos son muy de no aparecer. Le dices a un enano, quedamos a las siete y no aparece. También es cierto que no sé cómo se comportan los gigantes. Nunca he quedado con un gigante. Y menos, a las siete de la tarde. Es fiesta y me toca trabajar. Sin embargo, estoy contento y piso con zapatos de verano los charcos que deja una de las primeras lluvias del otoño. En la redacción se habla de la toma de Berlín por parte de americanos y rusos. Por lo visto emitieron dos reportajes similares sobre el asunto en un par de canales temáticos anoche. Yo paso el día pensando en Larra y Talese. Los rusos violaron a dos millones de alemanas, afirma uno de los contertulios. Es por esta afirmación por la que pienso en Larra. No sé por qué me viene esa extraña asociación de ideas, tal vez por la curiosidad ucrónica de pensar qué escribiría el mítico periodista sobre un hecho así. O sobre el queso gruyere. Por eso empiezo este artículo con Larra, que quedaría muy bien en una novela de ciencia ficción cenando con Talese en una taberna española en Los Ángeles. Podría aparecer el enano. Y que acabaran los tres de juerga con Sinatra.