En mi juventud era un friki del deporte. Yo era de esos que se tragaban todas las retransmisiones deportivas que ponían en televisión. En aquellos tiempos no era como ahora, que hay multitud de canales temáticos en los que solo retransmiten deporte. Si intento recordar esos años de «sillonball», aparecen nombres como los de Fermín Cacho, Pedro Delgado, Indurain, la selección española de waterpolo liderada por Estiarte, la de baloncesto que fue medalla de plata en Los Ángeles con Fernando Martín, la de balonmano liderada por Dujshebaev o la de fútbol sala que era prácticamente invencible... Pocas chicas (por no decir casi ninguna) me salen. Quizás Arantxa Sánchez Vicario, Blanca Fernández Ochoa o Amaya Valdemoro un poco más tarde. Es cierto que en natación sincronizada siempre destacó nuestro equipo, liderado por Gemma Mengual.

Después hubo un boom en nuestro deporte con la aparición de Rafa Nadal, Pau Gasol o Fernando Alonso, que son iconos mundiales. También la selección española de fútbol ha hecho historia proclamándose campeona de Europa y del mundo. Más chicos.

Esta tendencia está cambiando claramente. En la actualidad, el deporte español lo están liderando ellas. En los deportes colectivos, nuestra selección femenina de waterpolo se proclamó campeona del mundo y de Europa. Todos nos sentimos orgullosos de ver competir a nuestra selección femenina de balonmano, «Las Guerreras», que han logrado ser subcampeonas de Europa dos veces en los últimos años en un deporte dominado por otros países. En baloncesto seguimos siendo una potencia y favoritos a las medallas en todas las competiciones en las que participamos. Por ejemplo, este verano hemos sido bronce en el europeo.

Pero no sólo destacan nuestros equipos. Todos sabemos que en la NBA juegan los Gasol, Ricky, Calderón, Ibaka, Mirotic... O que han jugado Rudy, 'el Chacho', Juan Carlos Navarro, Garbajosa, Raúl López, Claver o el gran Fernando Martín. Lo que menos gente conoce es que en la WNBA han jugado Cebrián, Ferragut, Lisa Aguilar, Begoña García, Isa Sánchez, Nuria Martínez, Sancho Liyttle, Marta Fernández, Montañana, Ndour, Xargay, Amaya Valdemoro y Anna Cruz. Estas dos últimas han sido campeonas de la WNBA. Amaya tres veces y Anna ha sido campeona esta última edición jugando como titular en todos los partidos y siendo la tercera máxima anotadora de su equipo, Minnesota Lynx.

Pero no solo destacan nuestras chicas en deportes colectivos. Mireia Belmonte es una estrella admirada en natación. Carolina Marín es campeona del mundo en bádminton, un deporte totalmente dominado por jugadoras asiáticas. Cuando parecía que Gemma Mengual iba a ser sempiterna aparece Ona Carbonell. Ruth Beitia lidera nuestro atletismo después de proclamarse dos veces consecutivas campeona de Europa de salto de altura. Ahora que nuestro Rafa Nadal está sufriendo un bache del que parece va remontando, aparece Garbiñe Muguruza, un talento del tenis llamada a ser número uno del mundo muy pronto. Hasta en el mundo del motor, deportes que parecían sólo para hombres, tuvimos la suerte de contar con la tristemente desaparecida (jamás la olvidaremos) María de Villota, la primera española en subirse a un Fórmula Uno. Pero Carmen Jordá la ha seguido esta temporada formando parte del equipo Lotus. Laia Sanz, en motociclismo, es campeona del mundo de trial (trece) y enduro (cuatro). Pero es que ha ganado también el difícil Rally Dakar en categoría femenina en cuatro ocasiones y se ha atrevido a participar con los chicos haciendo historia al conseguir el noveno puesto, algo que quedará para la historia del Dakar.

Nuestras chicas están abanderando el deporte español en este momento. Esto es un hecho que me produce enorme satisfacción. Lo importante es que no solo es en ese campo donde están apareciendo grandes talentos femeninos. Juezas son (o han sido) las responsables de las más importantes causas de nuestra justicia en la actualidad. O en el mundo de la política cada vez aparecen más mujeres con enorme capacidad y liderazgo.

Y es que ellas tienen mucho que admirar. Sin ir más lejos en mi casa manda, y muy bien por cierto, una mujer. No solo dirige, sino que, con mucho orgullo, es la persona a quien más admiro.