La facilidad con la que las series norteamericanas introducen tramas y personajes procedentes de la vida real ¿habla de lo mucho que se acerca en la experiencia estadounidense la ficción a la realidad o de lo parecida que es para esa gente la realidad a la ficción? ¿Cuál se somete a cuál? En la nueva temporada de The good wife Peter Florrick se encuentra con una gran competidora en su carrera hacia la Casa Blanca: Hillary Clinton. La candidata demócrata no actúa en la serie, pero ya se las ingeniarán los guionistas para utilizar imágenes o declaraciones de ella que parezcan encajar. El capítulo en el que Florrick y Clinton se enfrentan en los caucus de Iowa se emitirá en EEUU el 1 de febrero del año que viene, coincidiendo con la fecha de celebración real de dichos caucus en el Estado del Ojo del Halcón. ¿Cuál es el efecto de ese pulso entre la ficción y la realidad? ¿Cuáles son las consecuencias de la creación de ese terreno borroso intermedio? ¿Cómo se ve afectada la credibilidad de las informaciones sobre Hillary Clinton cuando se emite a continuación de uno de estos capítulos de The good wife? Teniendo en cuenta que tanto la realidad como la ficción se sirven en formatos parecidos a través de la misma pantalla, ¿terminaremos marcando una y otra con rótulos de aviso, como ahora hacemos con la publicidad que se realiza dentro de los programas? ¿Quién será el encargado de distinguir qué es cierto y qué es inventado? La ficción recurre a la realidad para ganar en interés y en prestigio, pero el precio de este maridaje puede ser que la ficción desactive la espoleta que la realidad tiene para que los ciudadanos nos comprometamos con ella. Y esto no es grave cuando vemos a Matt LeBlanc interpretarse a sí mismo durante cinco temporadas de Episodes, pero puede serlo cuando se nos cuenta en la quinta temporada de Homeland el plan de la CIA para derrocar a Bashar al-Asad en Siria y sustituirlo por un general cercano a los intereses de la Casa Blanca. Tengo que leerme el programa de cada uno de los dos candidatos, pero yo, de entrada y por principios, voy con Clinton.